21 de diciembre de 2007

Sentido

A lo largo de la historia, según los momentos en el curso de la civilización o el avance de las ciencias, se ha definido al ser humano, como un ser racional, como un ser pensante, (Homo Sapiens), etc. En los tiempos de las sociedades industriales, hay quienes lo han definido como “Homo faver”; un ser definido por su capacidad de producir. Definición que más bien se acomoda a la ética del trabajo anglosajona. Recuerdo que en el colegio, nuestros maestros solían definir al hombre como un ser bio-psico-social, dicho con un silabeo en el que trataban de mostrar la complejidad del concepto.
Pareciera irónico que la sola necesidad de definir al ser humano, resulte una pretensión poco seria. Sobre todo ahora, que su propia naturaleza ya es susceptible de manipulación. La ironía es que el hombre no terminaba de comprenderse, ni de definir su condición, cuando ya la ciencia traspasó las últimas barreras para la manipulación de su constitución biológica y, en consecuencia, de su conducta.
Sin embargo, cuando se piensa en fenómenos como la depresión, la anomia o el goce autodestructivo, cada vez más generalizados, se plantea la necesidad de indagar cuestiones como: ¿Porqué la razón no basta para superar alguno de esos temas?. O ¿Porqué la ética, la moral, o la religión no alcanzan para acomodar los afanes e ímpetus humanos?. ¿Qué falta?, ‘qué vacío requiere llenarse para aliviar siquiera en parte, alguno de los dolores contemporáneos en el ser humano.
Existe desde la filosofía reciente, la intuición de que el sentido y no solo ya el sentido vital de los individuos sino una forma más compartida del SENTIDO VITAL, sería lo más cercano a lo que el hombre o la “especie Homo”, necesita con urgencia. Castoriadis como otros filósofos, ya se han aproximado al tema con el concepto de “significancia”.
Lo cierto es que un ser tan inquietantemente inestable como el ser humano, pareciera acusar la falta de un sentido vital que le sostenga la existencia. Esa pareciera ser la clave. El SENTIDO y la EXISTENCIA.
Diera la impresión de que cuando eso se pierde, ni la razón ni las gratificaciones inmediatas pueden suplir su carencia. Una civilización como la nuestra, la occidental, parece haber descuidado este factor decisivo en la condición humana. La civilización occidental se hizo diestra en la producción material y técnica. Nunca como antes en la historia, el ser humano ha logrado dominar la técnica a niveles de asombro. Nunca como antes, el éxtasis del acceso a la información ha sido un factor de realización personal y optimismo social. Sin embargo, justo cuando la fiesta, esta epifanía tecnológica se enseñoreaba, un fantasma aguafiestas se cierne en el horizonte: LA FALTA DE SIGNIFICADO PROFUNDO EN LA EXISTENCIA.¿Estamos hablando de existencialismo?. Evidentemente no. El fenómeno ya no es ni puede ser individual como creía o quería el buen Sartre. Es una cuestión de familia, de especie.
Repito aquí, el sentido de lo que expresaron las palabras del Dr. Abugattás, el año 1998:
“Para el cosmos, como especie no somos más relevantes que cualquier otro bicho. Podríamos desaparecer y sin embargo, el cosmos, el universo, no se va a resentir”.
Efectivamente, nuestra ausencia como especie no presentaría mayor impacto para nuestro entorno cósmico. El problema, es para nosotros. Pero, el problema, ahora es que tampoco parece ser relevante para los seres humanos en general. Solo se percibe un gran vacío. Se intuye la ausencia de algo profundo. Curiosamente quienes más expresan este fenómeno no son las mayorías pobres y excluidas del planeta sino, las sociedades más estables económicamente.
El SENTIDO, individual o como especie, es una deuda pendiente que el ser humano parece tener consigo mismo; una deuda que acaso, puede decidir no solo la viabilidad de nuestra presencia como especie, sino la conveniencia de seguir, de continuar presentes en este mundo.

17 de diciembre de 2007

Signos, Totales!

Sobre los conciertos del grupo Soda Stereo el fin de semana último, en Lima, me interesaba consignar un par de temas, o signos.
De un lado, la extraordinaria maquinaria de márketing que se movió al rededor de estos eventos. El mensaje que se propalaron desde las radios, una en especial, era de tal calibre que quien no pudiera asistir, simplemente no tenía más alternativa que deprimirse. Desde el lanzamiento del regreso del grupo, la transmisión de las conferencias, los periódicos reportes desde cada punto de la gira, etc.
Todos ganando. Los auspiciadores, las grandes operadoras telefónicas, las emisoras de radio, los centros de venta de entradas y souvenir, etc. No sé si será mi percepción, o es que el grupo mismo, Soda Stereo, siempre irradió una atmósfera a Márketing, a spot publicitario. Mucha imagen, mucho estilo puesto en venta, pero, menos energía o mística en su construcción musical.
No se conoce tanto de la predilección musical de cada miembro del grupo. ¿Qué música escucha el señor Alberti o el señor Zerati?. ¿Qué honda con su evolución espiritual expresada en la música que hacen?. No los imagino, como por ejemplo, a los Led Zéppelin en una velada nocturna sentados ante una fogata, y tocando unas guitarras para robarle algo del misterio a la noche.
No. Nada de eso. Los imagino más bien, juntos, hombro a hombro, con sus ejecutivos de ventas y márketing, decidiendo los slogans comerciales, discutiendo al ritmo de sus móviles o portátiles, los costos y las barras de flujo en una hoja de Excel, los detalles de la estrategia y los potenciales ingresos.
Ese es el signo. Los alucino más diseñando estrategias, que explorando nuevas pulsiones musicales. En fin, que podríamos alegar si el contrargumento es: "Bueno, Soda mueve millones de dólares y cualquier poeta o artista romántico puede virtualmente morirse de hambre". Esa parece ser la actual lógica del arte. El signo de la música contemporánea.
El otro tema, era el del maltrato a alguno de los artistas peruanos que debían aparecer como teloneros Revisar noticia aquí:

En un post anterior, me referí al temperamento peruano y alguno de sus rasgos característicos. Y, lamentablemente, es una cuestión constatable en todo ámvito de nuestra realidad. La ironía que yo encuentro, es que el artista peruano, Max Castro, cuando se entera que sería el telonero en el concierto de Soda Stereo, se declara fan de dicho grupo. Al cual, con toda seguridad, trata de emular. Pero, luego, el equipo que rodea al grupo, trata al artista peruano como a un ciudadano de segunda categoría, en su propio país.
Probablemente para muchos artistas con poca personalidad, puede quedarles el mensaje de que la condición del ídolo contemporáneo, es que la sobervia y el atropello son signos característicos del éxito. Son estos los signos que se instalan en la atmósfera seudocultural, en el imaginario colectivo.

10 de diciembre de 2007

El Temperamento Peruano

Las diferentes realidades y los distintos grupos humanos suelen mostrar rasgos de alguna característica especial. Cuando pensamos en el brasileño, en el temperamento brasileño, uno se siente inclinado a percibir o destacar esa impronta de alegría de ser. Con el mexicano más bien se siente un cierto chauvinismo cultural. Por lo general, encantador, aunque a veces, empalagoso. Con el temperamento argentino, específicamente Con el porteño, suele percibirse una divertida suficiencia y una agudeza que suele confundirse con la del vivo, dicho todo esto en términos generales por supuesto.
Con los chilenos, uno encuentra una extroversión y una calidez que poco podría imaginar el peruano; pero, que, en mi caso, puedo refrendar por experiencia propia.
En el caribeño se percibe ese espíritu locuaz y divertidamente dicharachero. En el español una gravedad y, a menudo, hasta una sequedad inquietante. En el americano, en términos generales, insisto, hay una dosis de impronta lúdica e infantil; tanto en el vestir, como en el ser o el hacer. En el peruano, que evidentemente es lo que nos impulsa a escribir estas líneas, hay algo que no llega a definirse del todo, desde mi percepción.
En algún momento me sentí tentado de identificar la timidez como nuestro rasgo característico. Luego, a raíz de alguna entrevista a unos turistas holandeses, intuí la tristeza. Más recientemente he sostenido frecuentemente que un rasgo característico es la baja autoestima. Aunque también llegué a identificar la dulzura o la ternura, en términos muy genéricos, como vengo insistiendo.
Lo cierto es que el temperamento peruano; puesto frente o junto a otros tipos culturales, suele mostrar ese apocamiento, esa cortedad expresiva, incluso esa tristeza vallejiana.
No es necesario referir nuestra performance futbolística o nuestra histórica incompetencia en las gestas militares. Nuestros principales héroes, lo son como protagonistas de guerras perdidas. Y en el fútbol, ha sido frecuente la carencia de personalidad para siquiera mantener resultados favorables.
Pero, ¿cuál es el problema?, ¿nos falta aplomo?, ¿necesitamos aplomo?. Probablemente sí. Qué duda cabe que un poco de aplomo podría contribuir junto con otros factores a remontar problemas del presente. Sin embargo, un examen más consistente, debería mostrarnos nuestro genoma cultural. Por decirlo de algún modo. Un mapa de la estructura básica de nuestra idiosincrasia y nuestro modo de encarar el mundo.
Tengo la impresión de que en la actualidad, como resultado de una mayor penetración de los medios masivos, existe una generación un tanto más desenfadada. Un creciente espíritu de extroversión y locuacidad, sobre todo, en determinados sectores sociales. Lo que es evidente es que este rasgo reciente tiene una raíz mediática. Se trata de llenar el silencio, con lo que sea. Se trata de ganar micrófono, de robar cámaras, como usualmente se dice entre los comunicadores. O, lo que algunos llaman, el figuretismo, (una expresión de origen rioplatense). Figuretismo, que, siendo una necesidad, un disfuerzo por figurar, revela o constata nuestra proverbial baja autoestima.
No obstante, insisto, aún nos falta una dosis de aplomo. Una cierta seguridad y confianza en lo propio. Vale decir, en las capacidades propias.
En cualquier caso, es imprescindible explorar nuestro propio horizonte cultural desde la perspectiva de nuestro temperamento, de nuestro espíritu colectivo. Pero ¿para que?. Para empezar a ser. Ser lo que realmente nos toca ser. Y no, lo que la tradición o la imagen mediática nos señale lo que podemos ser.

6 de diciembre de 2007

“¡Húndete o nada!”

Este martes, en las paradisíacas playas de Bali, un grupo de ecologistas, iniciaban con la consigna: "¡Húndete o nada!", unas divertidas clases simuladas de natación para los cientos de ministros de Ecología que acudirían a la reunión de la ONU. En las Conferencias de Bali en Indonesia, se generaron las primeras controversias por el tema de la emisión de gases por parte de los países más desarrollados del mundo.

El asunto es más o menos, el siguiente: las necesidades industriales y productivas de las grandes naciones, implican la quema de inmensas cantidades de combustible. Ello provoca la emisión de los gases que, a su vez, generan el calentamiento Global. La principal consecuencia del calentamiento global, es el derretimiento de los hielos en los polos y en los nevados continentales y, por consiguiente, el progresivo incremento en el nivel del mar.
La paradoja es que naciones como China e India, para sacar a sus cientos de millones de pobres, deben producir y producir como maniáticos. Todo eso, a costa de lacerar el planeta. Esa es la encrucijada en la que nos ha metido la civilización de occidente. Cuanto más rápido nos desarrollamos, más rápido deterioramos el planeta. La caricatura trágica puede ser la siguiente: “Todos, por fin, con la barriga llena, bien alimentados, vestidos, pero muertos.
Ahora bien, ¿es este un problema del desarrollo?. Parece que no. Sino, del modelo de desarrollo. El tipo de desarrollo al cual occidente, y sobre todo, Estados Unidos, no están dispuestos a renunciar. Y, que ahora China y la India, tan orgullosas como son de su milenaria tradición, se allanan con toda alegría y cinismo. Muy orientales ellas pero infinitamente occidentales en su locura actual por el desarrollo; por el desarrollismo, diríase más bien.
Entonces, "¡Húndete o nada!", habrá que decirles dentro de algunas décadas, a los líderes que ahora se solean en las playas de Bali.

3 de diciembre de 2007

El Síndrome de la Política

En los últimos tiempos, solemos recibir con no poca expectativa, los resultados de las encuestas sobre intención de voto, o de aprobación a los representantes de la política actual. Todavía no terminamos este año 2007, y las encuestadoras ya están instrumentando climas electorales y escenarios sociales en pos de la competencia política del 2011.
Sin embargo, yo creo que tenemos un problema con la política, bastante más serio de lo que sospechamos. La cuestión es que la noción de política que se ha hecho predominante entre nosotros, es una que ni es verdadera, ni nos conviene como colectividad humana.
La política, según el temperamento griego, donde tuvo su origen, es una práctica para vivir en comunidad. La política, se supone, es esa cierta noción de la justicia y el respeto. Noción que puede permitir la vida en común.
El problema, de la noción actual que se tiene de la política, es que ya dejó hace varios siglos, de ser una noción para la vida en comunidad. La política se ha transustanciado con la noción del poder. Vale decir, con la idea de dominación. La política actual, se concibe como lucha. En consecuencia, se asume que hay ganadores y derrotados. Todavía subsiste en el discurso la idea de colectividad, de país, de nación. Sin embargo, no es posible ya negar que desde Maquiavelo, los sueños y aspiraciones políticas, han sufrido una fragmentación decisiva. Más aún, según creo, la política ha adquirido una enfermedad Terminal. A saber: el síndrome del PODER.
Todo en la política gira en torno a la concentración del poder. Los que no lo tienen, luchan por él. Los que lo ostentan, lo defienden sin escrúpulos y los que lo han perdido, sueñan con el día en que podrán recuperarlo. Todos los discursos y facciones, justifican esta aspiración. Los radicales de izquierda, quienes alguna vez coquetearon con la subversión, hasta los fundamentalistas de derecha. Todos. La misma lógica puede identificarse en un Pinochet, como en Fidel Castro. Lo mismo en Abimael Guzmán, que en Vladimiro Montesinos. Incluso entre los más moderados o elegantes se percibe una curiosa resignación a la política.
Lo extraño de esto es lo difícil que se hace el reconocer que la política es tan solo una praxis social. Un instrumento cultural para la convivencia en sociedad. La política ni es cósmica ni es genética. Esto es, no está inscrita en la realidad como lo está la ley de la gravedad, por ejemplo. Ni tampoco forma parte de nuestros genes, totalmente moldeables, por cierto. Quiero decir, la política no es conveniente, pero, sobre todo, no es inescapable.
Entonces, queda la pregunta: ¿puede haber algo distinto que ella, la política?. Bueno, yo creo que aquí hay que responder con esa vieja frase voluntarista pero indispensable ahora. Lo que es necesario, es posible.
Es necesario concebir una praxis distinta y distante de la política. Es indispensable por varias razones que ahora no toca comentar. Pero, solo a manera de provocación, propongo considerar lo siguiente:
Primero, si la política es una praxis anómala, ¿qué otra praxis debe o puede ejercerse?. Bueno, a falta de un mejor nombre, señalaría el 'interaccionismo humano'.
Segundo, el interaccionismo humano, no precisa del poder. No basa su desarrollo en la dominación. El interaccionismo, depende del concurso de todos para autofundamentarse. Es inclusivo por naturaleza. Si no hay interacción, es decir, encuentro de diversidad de aportes, de factores, no hay desarrollo, por lo tanto, no hay vida.
Tercero, el interaccionismo por sí mismo, determina una lógica de inclusión. No requiere restar o dividir, sino que precisa sumar y multiplicar.
Cuarto, si la política puede sustituirse por el interaccionismo, no se requieren facciones, correlaciones de fuerzas, cálculos o confrontación para conseguir ningún poder. El poder queda simplemente fuera de toda lógica.

¿Elocubraciones gratuitas?, es probable, puede ser. Ojalá fuera solo eso. Pero lo que hay que recordar es que la realidad, y la vida, siempre nos pasa la factura por todo lo que se hace mal o se deja de hacer a tiempo.

28 de noviembre de 2007

Una Nueva Estafa

En días recientes, se ha dado a conocer la noticia de que el dueño de Frecuencia Latina, el empresario de origen israelí, Baruch Ivcher, efectivamente no tendría la nacionalidad peruana. De acuerdo a la "información vertida por la revista Caretas", http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=752&idSTo=0&idA=29838 Ivcher mantendría la nacionalidad israelí. En realidad, tal hecho nos merece poca importancia en sí mismo.
Lo que nos llamó la atención es conocer la circunstancia en las que el señor Ivcher había sido beneficiado con la indemnización económica que el estado asignó a quienes fueron víctimas de persecución durante la dictadura de Fujimori. En realidad, como se sabe, las víctimas fueron muchas y de diversa forma. Muchos FUERON ASESINADOS, DESCUARTIZADOS, ALGUNAS de ellas QUEDARON LICIADAS COMO Leonor La Rosa, etc. Otros fueron simplemente perseguidos económicamente, y algunos como Ivcher, fueron expropiados de su canal de televisión.
Bueno pues, cuando la Corte Interamericana de los Derechos Humanos determinó una reparación económica, el estado peruano, como casi siempre en toda su historia, no resarció con equidad. Al señor Ivcher le asignó la astronómica suma de veinte millones de soles, en lugar de asignárselo al canal, que había sido la víctima directa de la dictadura, Mientras que al resto de las víctimas incluidas en el proceso, solo se le dieron cantidades menores.
Lo que yo no sabía, eran dos cosas interesantes. Primero, que la Corte Interamericana, luego del respectivo examen de cada caso, había recomendado indemnizar al señor Ivcher con setenta mil soles. Y, en segundo lugar, que el estado, bajo administración de Toledo, había designado una comisión arbitral que vio el caso de Baruch Ivcher. Esa comisión estuvo conformada por tres conspicuos abogados de Lima. Los doctores Jorge Santistevan, Felipe Osterling, y Jorge Avendaño. Esta comisión curiosamente no hizo caso de la recomendación de la Corte Interamericana, y le adjudicó una reparación de mas de veinte millones de soles al empresario israelí.
El punto es que hoy, tras una exhaustiva investigación de la revista Caretas, se ha determinado que Baruch Ivcher nunca había renunciado a la nacionalidad israelí, que por lo tanto no era peruano, que no tenía derecho a dicho beneficio y que estos tres egregios abogados, actuaron con ligereza, por decir lo menos.
¡Con ligereza?, ¡con descuido?. ¡Estos abogados que pueden ganarle a cualquiera?, pero que además ¡son referente de probidad?. Así es y así ha sido. Este tipo de pequeñas ligerezas son las que han generado fortunas en nuestro país. Por supuesto, el señor Ivcher, no querrá devolver lo que no le corresponde. El nunca fue peruano, y por lo tanto, nunca le correspondió tal reparación económica.
Recuerdo el epígrafe de la novela ‘El padrino’ de Mario Puzo, una frase de Balzac que dice algo así como: “Detrás de toda gran fortuna, hay un gran crimen”.
Pero, para mí, lo más delicado, es la conducta mostrada por estos tres referentes de la legalidad y la probidad ética en nuestro país. Ya puedo intuir porqué la confianza entre nosotros, es cosa tan precaria en el Perú.

19 de noviembre de 2007

Dos semanas y Media

Cuando se adquiere algún hábito fuerte y de pronto éste se ausenta, resentimos el cambio con algo de sorpresa.
Pero, cuando ese hábito tiene que ver con el trabajo y el día a día, la cosa puede tomar proporciones de angustia y hasta de desesperación.
Hace ya más de tres semanas sufrí el colapso de mi computadora. El disco duro, la zona donde se aloja toda la información que contiene el sistema, dejó de funcionar de un momento a otro. Todos los esfuerzos fueron realizados. Desde llamar al amigo, luego al especialista, hasta la consabida visita a Wilson Valley. Pero finalmente, nada se pudo hacer.
No quiero entrar en detalles sobre las cosas valiosas que perdí en este naufragio informático; pues podría deprimirme nuevamente. Tampoco quiero desgastarme en las reiterativas recomendaciones de precaución con la información electrónica y los respaldos de distinta índole.
Simplemente pensaba en que aún en la era de la información y los repositorios virtuales, el riesgo de perder documentación valiosa sigue vigente.
Evidentemente, es un escándalo que lo diga un bibliotecólogo de esta época como el suscrito. Nosotros que recibimos, en la universidad, cursos sobre conservación y protección de documentos en distintos soportes.
Así es. A menudo se piensa que tales medidas son para las instituciones, para el trabajo, y que a uno nunca le va a pasar.
Sin embargo, fueron dos semanas y media. Dos semanas y media sin poder trabajar con la amiga que me ha acompañado por cerca de tres años sin quejarse, sin reclamar nada, y con toda fidelidad por mis propósitos.
Había adquirido el hábito de trabajar al amanecer. Era una especie de conspiración en medio de una ciudad durmiente. Todo lo que leía y más recientemente, todo lo que estaba escribiendo, había sido básicamente realizado en las madrugadas. Hasta que en el momento menos esperado, zaz. No hubo más madrugadas, más lecturas, más ejercicio escritural.
Dos semanas y media usando computadoras de prestado y totalmente ajenas a mi ritmo. En fin. No hay duda, los tiempos nos han hecho unos “PC workers”; o, como se dice ahora, unos “networkers”, totalmente sujetos y atados a la impronta informática. Nos hemos hecho unos infodependientes. El teléfono ya no nos llena. Necesitamos más. Pareciera que la simple conversación no basta. Necesitamos sentir que estamos en la red, que algo de nosotros discurre en este nuevo oráculo que es la red de redes.

26 de octubre de 2007

VARGAS LLOSA Y SU VISIÓN DEL MUNDO ARGUEDIANO

La obra de Arguedas ha significado siempre un gran interés por la crítica, tanto en el terreno literario como en el de las Ciencias Sociales. Muestra de ello son los innumerables estudios realizados en torno a la obra arguediana. Precisamente, uno de los que le ha dedicado especial atención ha sido el novelista Mario Vargas Llosa en distintos artículos, pero sobre todo en su libro La Utopía Arcaica de 1996.Mario Vargas Llosa aborda la obra de Arguedas en dos planos. De un lado, el plano estrictamente literario y de otro, el ideológico. En el terreno literario, es conocido en Vargas Llosa su vocación por la técnica y la arquitectura narrativa. Criterios todos que sin duda alguna domina eficientemente. Pero que elevados a la condición de canon o requisito excluyentes siempre generan polémicas. Así, por ejemplo, cuando afirma que Ciro Alegría escribe como en el siglo XIX. En esa misma línea Vargas Llosa en su ensayo “La Utopía Arcaica”, le restará virtudes literarias al libro de “los Zorros" cuando señala que: "El desesperado intento final de ser moderno que es "El zorro de arriba y el zorro de abajo", labor que, aunque fracasado como obra de ficción, es un experimento, un temerario esfuerzo del escritor para liberarse de toda inhibición". Si nos fuera permitido forzar una analogía, podríamos sentirnos inclinados a identificar en Vargas Llosa, en el terreno literario, la misma postura que Aníbal Quijano asumiera en el plano sociológico.Pero Vargas Llosa efectúa también una crítica de la visión arguediana del mundo andino y su relación con el mundo occidental. En éste tópico talvez el autor de “La Guerra del Fin del Mundo” exhala alguna de las tesis, de su antiguo maestro Raúl Porras, cuando intenta presentarnos a un Arguedas preocupado por mantener al hombre y al mundo indio, congelados en su pasado, ascépticos de toda contaminación del mundo industrializado de occidente. Porras Barrenechea señalaba en alguno de sus escritos que el indio peruano, mostraba como característica germinal un cierto “horror a la mutación y al cambio, un afán de perennidad y de perpetuación del pasado”.Aunque los estudios realizados por Ángel Rama invitan a ver en Arguedas un entusiasta de, por ejemplo, la transculturación, o de la labor de asimilación y recreación de la cultura occidental, es evidente que para Arguedas la ontología de su literatura resumaba o, por lo menos, debía hacerlo en dosis importantes, las palpitaciones más significativas del hombre del ande.Sin embargo, a efectos de considerar el lente con el cual Vargas Llosa ausculta la perspectiva arguediana, es importante recordar aquí lo que el Dr. Ricardo Gonzales Vigil encuentra en este asunto: "El principal problema es otro, sin embargo, se trata de la ideología del propio Vargas Llosa. Una ideología racionalista, empirista y pragmática. Que considera discursos especializados al arte y la literatura”.
Resulta significativo pues que Vargas Llosa adhiere una perspectiva definida en el carácter de su actividad creadora. Es innegable la destreza de su pluma y la acusiocidad con que organiza la información en la plasmación de sus ficciones. Rasgos que por lo demás son virtudes en el novelista.No obstante, es preciso reconocer que Vargas Llosa asume sin pudores un punto de vista radical en la defensa de un racionalismo beligerante en diversos ámbitos de la existencia. Como puede extraerse de su devoción por la obra de Kart Popper. Quizás ello explica, en parte, esa seguridad,ese tono a menudo sentencioso; propios de los ámbitos del neopositivismo. Lo cual, evidencia si no una ideología, por lo menos un matiz definido desde donde proyecta su perspectiva sobre Arguedas.En cualquier caso cabe la pregunta de si ¿no será que Vargas Llosa, en “La Utopía Arcaica”, aprovecha la ocasión para proyectar, por negación, su propio credo, su propia utopía?.

20 de octubre de 2007

Literatura de la Oportunidad

Anoche estuve escuchando el programa 'Vano Oficio' por TV Nacional que, como saben, es un programa dedicado a la literatura. El tema de esta semana fue la obra: "La Hora Azul" de Alonso Cueto. Un libro del 2004.
Como saben también, La Hora azul, es una trama sobre los rezagos de la violencia política en el Perú. Un tema que merece abordarse desde todos los puntos de vista, sin duda.
La cuestión es que el conductor, Iván Thays, no puede despojarse de esa vocación de cenáculo, Esa tendencia a levantar y endilgar virtudes a quienes son de su entorno, digamos, de su preferencia. Un hábito que, por cierto, es muy peruano. Es muy peruano aunque a estos muchachones de la cultura, no les guste. A ellos les gusta respirar el aire de las campiñas francesas, perderse por las calles de roma, o de cuando en vez, les gusta contarnos lo increíble que son los atardeceres en el Mediterráneo. pero, con todo, no dejan de ser los peruanazos que tanto quisieran dejar de ser.
Un hombre de literatura como es Thays, quien tendría que lucir una actitud abierta, por lo menos de curiosidad intelectual, pero sobre todo de honestidad, suele reducir el ámbito de la literatura nacional, a un grupo de escritores allegados a él. En realidad, fue este el punto central de la crítica de Miguel Gutiérrez, y no, una disyuntiva entre escritores costeños o andinos, en que luego derivó gracias a la confusión y los prejuicios.
Fue precisamente en este debate, donde alguien como Alonso Alegría sostuvo, no sin una dosis de insolencia, que la aparición de “La Hora Azul” indicaba que ya era tiempo que un escritor de peso le entrara al tema de la violencia política que sacudió al país.
pero, creemos que Iván Thays, tendría que ser algo más coherente con su función de difusor de la cultura peruana y darle tribuna a todo lo que signifique escritura y creación literaria. No tiene que recular en sus posiciones en el debate sobre los escritores de Lima y los de provincia. Simplemente le toca ponerse por encima de ello y dar cuenta de lo que se ha escrito en este país.
Para empezar, la Hora Azul, al margen de sus cualidades literarias, (yo aún no la he leído), no es la primera obra que aborda el tema, ni Alonso cueto, el primer escritor que lo encara.
Hay escritores que escribieron y contaron este periodo difícil, durante los años en que el Perú ardía como nunca en su historia.
Dante Castro, tiene varios cuentos muy conmovedores al respecto. Pero varios otros más. Oscar Colchado, Carlos Eduardo Zavaleta, el propio Mario vargas Llosa, escribió por esos años, Historia de Mayta. Uno de los que habló claro y fuerte, fue Miguel Gutiérrez. Para muchos, El más importante escritor peruano vivo residente en el Perú.
Es esta tendencia nuestra a los cenáculos, a los grupitos o grupetes, lo que se manifiesta en casi todo. Ni la gentita de la cultura se salva. Iván Thays le dedicará minutos al color de la tapa del libro, o a las pequeñas anécdotas de la edición del mismo, etc. Pero, al parecer no dirá nada de la pluma de Dante Castro, además, premio del "Casa de las Américas", el año 87 u 88. Vale decir, cuando las papas quemaban.
Ahora, después que la Comisión de la Verdad se vio en la necesidad de hablar sin disimulos, y que tanto interés generó, tenemos a nuestros muchachones, sintiéndose la voz de los que no tuvieron voz.
Tenemos a Alonso Cueto con la Hora Azul, últimamente a Santiago Roncagliolo con Abril Rojo o su último libro "La Cuarta Espada", etc. Obviamente nunca es tarde para explorar la condición humana. Pero, pienso que explorar la condición humana en la literatura, no debe responder a cálculos de mercado.
Quiero decir, lo siguiente. A ver, veamos.
Imagino al escritor de oficio, ese que cuando las cosas dolían, él escribía sobre lo dulce de la juerga, sobre la profundidad de las orgías, sobre las noches de Barranco o sobre "Miraflores Melody", etc.
Pero, hoy, cuando encarar los conflictos políticos vividos, puede ser de gran interés, como lo ha demostrado Javier Cercas en su obra "Soldados de Salamina", entonces nuestro escritor de oficio, orienta la antena y resuelve que ya es hora de dejarse de vainas, y tengo que hablar de esto que tanto me interesa.
¡Me interesa?, Bueno, este, digo, interesa que la gente quiera comprar y leer.
Así es. Imagino al escritor de oficio, levantando el auricular. Timbra el teléfono. Del otro lado levanta el editor y dice: "Diga?". Hola estimado X. Dime, que tema está sonando o puede sonar?. “Heeee, bueno, déjame ver el cuadro”. Mmm, creo que lo de la violencia. Hablar de Sendero, de los desaparecidos, un poco de romance, una pizca de trama detectivesca, agitamos bien, y listo.
Perfecto mi querido X. Voy a prender la cocina y sale caliente.
Pero, de acuerdo. Dicho esto, y disparado algunos balines de chocolate, de todos modos invito a buscar éstos libros. La lectura en cualquier caso es sumamente edificante.

La Guitarra de un Trovador

Cuando uno se refiere a los trovadores y, en especial, a los exponentes de la llamada "Nueva Trova", se tiene la idea general de un cantor con una gran sensibilidad poética. Un hombre que recorre los caminos del mundo y la vida, cantándole los sentimientos que aquellos le inspiran. Se suele asumir al trovador, portando una guitarra como una reminiscencia del trovador medieval con el laúd al hombro y recorriendo los caminos y las villas en busca de oídos que lo acojan.
Cuando se piensa en Silvio Rodríguez, probablemente uno de los mayores íconos de la trova latinoamericana, por lo general se tiende a destacar su estremecedora profundidad poética y la extraordinaria sensibilidad musical para construir sus melodías. Sin embargo, pocas veces se suele referir a su impresionante solvencia instrumental. La guitarra, como lo ha señalado alguna vez Andrés Segovia, es un instrumento cuya interpretación puede significar un esfuerzo no solo físico, sino íntegramente nervioso.
La inusual diversidad y calidad de los estilos desplegados por Silvio en su vasto catálogo de canciones interpretadas con guitarra, no solo hablan de un artista que domina el verso y la poética del sentido sino, un artista que alcanza la maestría en su mimesis con aquel instrumento noble.
Hay pasajes memorables como en Unicornio, la versión en vivo, (Argentina 1984), donde Silvio, inicia la canción con una sucesión de arpegios que dan la sensación de estar oyendo un piano transmutado en guitarra. Lo mismo en el tema: ‘en estos días’, la secuencia de tonadas, un juego de bajos y trinos, nos presenta la cadencia de un triste arpegio pianístico.
Otro rasgo que conmueve es la diversidad de ritmos que deslumbra a quienes, como nosotros, un intrincado arpegio de guitarra puede detenernos en medio de la calle para cogerlo en el aire y no dejarlo escapar más. En ‘Óleo de Mujer con Sombrero’, Silvio hace una demostración de su deleite por el country como posibilidad expresiva en castellano. La misma cadencia del country se puede encontrar en su canción ‘Mariana’ o ‘Dejarlo todo y largarse’. Naturalmente son odiosas las comparaciones, pero es notable el mayor dominio interpretativo de la guitarra que ostenta Silvio en el country respecto, por ejemplo, del propio Bob Dylan.
Otro aspecto de su virtuosidad con la guitarra, es la permanente alusión a la música clásica. Temas como ‘Río’, ‘El rey de las flores’ o ‘Eva’, donde inicia la canción con una tonada en Re, en el que alterna acordes y arpegios de extracción barroca. En el tema en vivo: ‘En mi calle’, (Concierto en Avellaneda, 1984), Silvio hace un preludio guitarrístico en tonada barroca. Algo de Bach o Téleman se percibe en sus melancólicas variaciones en re mayor que luego, desemboca en una especie de rock country melódico.
Así también, son memorables sus tonadas en ritmo de son cubano al cual le asigna un sello personal. Temas como ‘Preludio Girón’ o ‘Sueños de una Noche de Verano’ evidencian un feeling cubano a partir de unas cuerdas de guitarra. Sus acordes en los cuales intercala bajos con rasgueos acompasados ofrecen el cálido sabor a la música cubana. En el tema ‘La Gota de Rocío’, Silvio canta con la segunda voz de su hermana, acompañándose extraordinariamente con unos acordes en ritmo de son cubano. Un conjunto de acordes estructurados para dar la sensación de bajos intercalados con breves arpegios cuyos síncopes por sí solos podrían ser parte de una pieza en solo de guitarra.
Sin duda la riqueza interpretativa que ostenta Silvio en sus creaciones, constituye un territorio aún por explorarse dentro del universo que ya de por sí significa el genio creador de este cubano que se define a sí mismo como: "simplemente un trovador".

Globalización e Interculturalidad

En la actualidad, existe una tendencia, sobre todo desde los intelectuales canadienses, por teorizar y sublimar las diferencias culturales. Es una postura que de todas formas le proporciona una justificación teórica a ciertos sectores anti-globales. Una postura que niega o se resiste a los procesos universalizantes.
Sin embargo, creo que esa es la vía menos útil para contrarrestar los peores efectos de esta globalización.
Personalmente, creo que, en principio, los procesos universalizantes son irreversibles. No hay marcha atrás, no hay forma de evitarlos. En segundo lugar, no es necesariamente perjudicial que se den tales procesos de universalización. Es parte de la maduración que iba a llegar a enfrentar la humanidad. La de sentirse todos, parte de un mismo proceso unitario.
En tercer lugar, hay que reconocer que el proyecto moderno, el que se anuncia con el renacimiento, que luego se perfila con la ilustración, y se manifiesta con la declaración de los derechos en la revolución francesa, es el único que se planteó con toda claridad, la meta, el objetivo de darle un alcance universal, a sus máximas aspiraciones.
Lo que la globalización hace hoy día, es solo continuar como una inercia, lo que desde su origen, la modernidad tenía inscrita en su racionalidad.
Reconocerle eso al proyecto moderno no debería ser un problema. Además, todas las nociones y concepciones más avanzadas, son parte, son creaturas del proyecto moderno. Incluyendo, el marxismo, el anarquismo, todas las variantes de socialismo, etc. El liberalismo y su forma práctica, el capitalismo, son primos hermanos de los anteriores. Por eso algunos creemos que el socialismo no podía tener éxito, en ningún caso. Pues, todas sus disputas con el capitalismo han estado y están aún inscritas dentro del paradigma del proyecto moderno.
Pero yendo al tema de la interculturalidad, pareciera que la alternativa no es enfocarse en las potencialidades de lo local, tal como proponen algunos seguidores de los enfoques multiculturalistas. En realidad, lo local, siempre se auto genera de manera espontánea. La cuestión es cómo darle una naturaleza distinta a los procesos actuales de universalización, éstos que se están dando con la globalización.
Vale decir. Reconocer que el actual proceso de universalización, fenómeno éste que hace universalizable los modelos de vida, haya sido una virtud de la modernidad, no debe llevarnos a concluir que tal modelo, el de la modernidad, es la única posibilidad.
La cuestión, no es, entonces, resistirse a la globalización, en términos de matrices culturales propias. Sino, en modificarle la naturaleza que lleva por dentro, la actual globalización. Por tanto, el punto es como producir, como construir una identidad cultural distinta a la modernidad, que sea beneficiosamente universalizable.
Un filósofo el año 2000 decía, algo así como que, reconocer que muchas culturas simplemente no tienen ni deberían tener lugar en nuestro mañana, puede también implicar, que la propia modernidad, tampoco debería ya, tener lugar en dicho mañana. No debería tenerla, por el bien de la humanidad.
esa es la cuestión. El reto es una epopeya sin precedentes de creación de una nueva cultura, una nueva identidad, un distinto proyecto cultural, con un rasgo inédito, a saber: que sea concebido concientemente. Pues, a diferencia de todas las otras culturas, incluida la propia modernidad, que fueron procesos espontáneos y aleatorios, ésta vez requiere hacerse y diseñarse concientemente.
Y, concientemente significa a sabiendas de que si no se hiciera bien, si alguien quisiera pasarse de vivo, por decirlo de algún modo, lo primero que estaría en juego, es la propia viabilidad de la especie humana. Pero, además, concientemente, significa también, que una lógica intrínseca tendría que ser la inclusividad. Es decir, que la concepción de un nuevo proyecto cultural, que valga la pena universalizar, debe requerir la contribución de cualquier modelo de vida particular, a la manera de como funciona la naturaleza.
Consideramos que hay otras razones más por las cuales tendría que concebirse la inclusividad como rasgo indispensable. Razones de carácter tecnológicos; pero eso será motivo de otro post.

29 de marzo de 2007

LA SINGULARIDAD TECNOLÓGICA

El largo proceso que ha seguido el universo, el curso de su evolución, ha tenido, sin lugar a dudas, verdaderos hitos que a posteriori determinaron una transformación radical en su propio proceso de desarrollo. Podríamos mencionar a manera de ejemplos, el impulso crítico que dio lugar a la constitución de los grandes cuerpos celestes, los astros y planetas que ahora conocemos. Podríamos también pensar en la aparición de la vida y, específicamente, de la vida orgánica que conocemos. Probablemente, en el momento que surgieron las primeras moléculas autorreplicadoras, alguna forma de organismo incipiente, tuvo lugar el primer caso de singularidad. Fue el paso de procesos de materia inerte a procesos de materia orgánica.

El otro caso de singularidad tuvo que haber sido, con toda seguridad, la aparición de la conciencia humana. El momento en que uno de esos organismos superiores, la especie homo, esbozó los primeros rasgos de conciencia respecto de su entorno y de sí mismo.

A inicios del denominado tercer milenio, y luego de más de un siglo de ímpetus tecnológicos, la noción de un tercer hito en la historia del mundo, por lo menos del mundo que conocemos, se cierne sutil pero inquietantemente entre expertos de la tecnología. Entre entusiastas y catastrofistas de la tecnología.

Vernor Vinge, matemático y escritor de ciencia ficción ha formulado una de las hipótesis más inquietantes acerca de el curso que el mundo contemporáneo podría haber adoptado aún sin ser conciente de sus consecuencias.

Según Vinge, de acuerdo con la llamada "Ley de Moore", que fija los patrones de crecimiento exponencial en el desarrollo de la tecnología, con una razón de incremento de dos años, hacia el 2020 podría darse la paridad entre el hardware y el cerebro humano en términos de funcionalidad y capacidad. Se trata simplemente de tomar en cuenta el carácter del crecimiento no solo de los micro o, ahora llamados, nanocircuitos, sino de los modelos en que actualmente se articulan los factores de procesamiento de información. El concepto del Google es uno de ellos donde la capacidad no se basa solo en la tecnología que usa sino en el modo de utilizar sus recursos.

Pero lo más interesante es aquello que Vernor Vinge sugiere que podría haber después de ese momento. Es a ello a lo que ha denominado la "Singularidad Tecnológica". Vale decir, el momento en que nuestra realidad, nuestra historia, dará lugar al nacimiento de un modo de inteligencia absolutamente nueva y radicalmente distinta.

Lo realmente inquietante de esta teoría es que a diferencia de los mejores sueños de los futuristas del siglo XX, no se trata de una inteligencia, digamos, compañera de la inteligencia humana. Sino, que de acuerdo con el proceso evolutivo, sería una inteligencia superior destinada a crear entornos y visiones del mundo distinta a la que ahora es compatible con la vida humana.

Y, es que de acuerdo con la naturaleza del desarrollo compulsivo en el cual han ingresado las investigaciones en tecnología, La llamada "singularidad" ofrecerá las condiciones fértiles donde la tecnología tendría la autonomía para crear inteligencia superior a la humana. Puesto, que la nueva inteligencia, si cabe el término, estaría en mejores condiciones para desarrollar su propia naturaleza. Vale decir, la tecnología misma.

Evidentemente, una perspectiva de esta magnitud abre un sin número de dilemas éticos, filosóficos y, tal como el propio Vinge lo insinúa al final de su ponencia, problemas vinculados con nuestras concepciones sobre la trascendencia. Vinge señala: "la aproximación de una singularidad esencial en la historia de la raza humana más allá de la cual la vida humana, tal como la conocemos, no tiene continuidad".

Adicionalmente, algo que llama la atención de la teoría de Vinge es que en ella hay menos entusiasmo por los desarrollos en inteligencia artificial que por otros fenómenos menos concientes y más vinculados a una lógica evolutiva. Efectivamente, Vinge reconoce en el desarrollo de la red global, el Internet, algunos fenómenos que siendo aleatorios, comportan una tendencia a lo que él llama "inteligencia amplificada". Refiere, de acuerdo con expertos en procesos evolutivos, como es que el mutualismo ha sido una fuerza impulsora de la evolución y, que por lo tanto, análogamente, los rasgos que se han impuesto en la lógica de redes podría estar contribuyendo más eficientemente en el forjamiento de la "singularidad tecnológica" que, por ejemplo, la propia teoría de la inteligencia artificial.

En cualquier caso, según Vinge, aún cuando pudiéramos diseñar la llegada de la "singularidad", es decir, si se pudiera apostar por eso que llama un "nacimiento suave" de la singularidad, parece ser irreversible el proceso que tiende hacia su realización.

Algo de esto fue previsto por el Dr. Abugáttas cuando subrayaba la demanda actual por forjar un nuevo sentido a la existencia humana. Una necesidad de trascendencia racional y conciente. Desprovista de los embrujos y visiones arcaicos que antes pusieron al ser humano como un subproducto de voluntades extrafísicas y caprichosas. Una trascendencia basada en las condiciones actuales del ser humano.