26 de febrero de 2009

Violencia Oficial

El Dolor del Olvido.
Tal como se ha conocido en estos días, el gobierno peruano, vale decir Alan García y compañía, han rechazado un ofrecimiento de donación para la edificación de un Museo de la Memoria por las víctimas de la violencia en el Perú. En el fondo, esta decisión no es del todo sorprendente en el Apra, y especialmente, en García. Sí sorprende y apena que el premier Yehude Simon avale o tenga que tragarse este sapo con el pretexto de la gobernabilidad o fortalecimiento de la democracia.
Este rechazo a un ofrecimiento proveniente de la voluntad de un país que ha aprendido a poner los momentos más dolorosos de su historia en un espacio de permanente recordación, es una forma más de violencia desde el estado. Rechazar y disminuir todo el dolor vivido por tantos peruanos equivale a tirar al tacho de desperdicios, la memoria que nos debe ayudar a no repetir la tragedia que los propios peruanos se infirieron a sí mismos.
La cuestión que queda pendiente es saber ¿porqué tanta fobia a la memoria?. La pregunta no es cínica. Pues, es obvio que tanto García como Gianpietri, y, muy probablemente hasta Mantilla, tienen tanto qde qué cuidarse en estos temas. El punto de la pregunta es ¡porqué García no apela a esa performance cínica para superar el escollo en lugar de este desaire grosero. Como se sabe, en estos días también, el propio García va a premiar a la cineasta Claudia Llosa y su equipo por los laureles logrados en la Berlinale 2009. Es evidente el cinismo que se va a destilar de dicha ceremonia. Cosa que no ocurrirá con la iniciativa alemana de construir el Museo de la Memoria, iniciativa que surgió a raíz de la visita de la primer ministro alemana a la exposición fotográfica Yuyanapaq, el año pasado.
¿Será que el presidente García siente que es más fácil disforzar con los peruanitos y no con los europeos?. Si así fuera, aquí también cabe denunciar racismo y discriminación.

12 de febrero de 2009

Un Escritor llamado Iván

El Infinito Regodeo del Yo.
En una reciente entrevista aparecida en el diario Página 12 de Argentina, iván Thais dice a propósito de su último libro, lo siguiente:
"Yo, gracias a Dios, no tuve ningún muerto cercano por culpa de aquella violencia. Pero de todos modos, durante doce años viví en el Perú aquellos años y me resulta difícil entender que alguien pretenda que ese tema no me afecte ...".
Iván Thais parece querer ponerle parche a una herida que nadie ha abierto. Evidentemente es ocioso y absurdo reclamarle a alguien, y menos a un escritor, si puede o no puede escribir sobre algún tema. En realidad, ese no parece ser el punto, aunque Iván quiera dar esa impresión. El punto es que Thais no solo opta por un camino, un derrotero intelectual, perfectamente legítimo como pueden serlo otros, a saber, lo que él mismo ha denominado "El infinito regodeo del yo" -y que Rodrigo Pinto se encarga de recordárnoslo en un Blog del Mercurio de Chile- sino que además, permanentemente le reprocha a otros como a Miguel Gutiérrez, enfocar sus temáticas literarias en los procesos sociales y violentos del país. Thais ha sido un conciencsudo defensor de su derecho a ficcionar y prosar sobre su vida y los laberintos de su individualidad.
Sin embargo hoy, cuando por alguna "excepcional" razón Thais opta por usar el marco de la violencia política de los ochentas y noventas en su novela, y algunos críticos revisan el aspecto formal de dicha obra, Iván, el gran Thais, les atribuye mezquindad al no querer reconocerle su derecho a sentirse afectado por la violencia de Sendero Luminoso. Y en el colmo del absurdo, a alguno de ellos, como Javier Ágreda, quién emitió una de las más honestas reseñas sobre el libro de Thais, le espeta el haberse alineado con Miguel Gutiérrez.
Ni Thais, ni su amigo, nuestro estimado Gustavo Faverón están dispuestos a enfocarse en los argumentos más serios que se han esgrimido hacia la novela "Un Lugar Llamado Oreja de Perro". El privilegiamiento de la ficción en lugar de la narración, en el caso de Jorge Carrión, cierta superficialidad y descuido en el lenguaje, en el caso de Ágreda, o la escolaridad y nimiedad en ciertos pasajes, en el caso de Rodrigo Pinto.
No. Gustavo Faverón evita pronunciarse, limitándose tan solo a enumerar las reseñas ajenas que se han hecho sobre la novela de Iván y Thais, el gran Iván, alega cuestiones ideológicas ante tales críticas. En síntesis, no pocos lectores expertos encuentran deficiencias formales en esta novela, y lo que hace iván, es decirnos "no entiendo porqué pretenden que no tengo derecho a ponerme del lado de los afectados en esta guerra. El problema, desde nuestra percepción, es que Thais elije darle rienda suelta a su "infinito regodeo del yo", con un tema que hubiera merecido un tratamiento más esforzado desde el punto de vista formal y vital.

9 de febrero de 2009

Vázquez Figueroa

La vida en la narración.
Este fin de semana quise avocarme a leer algo más del escritor español Alberto Vázquez Figueroa, luego de su novela Por Mil Millones que hace un par de semanas me hubo absorvido.
Esta vez, fueron dos títulos: "Sicario y "Matar a Khadafi". Dos cosas me han llamado la atención de las novelas de Vázquez Figueroa. Primero, que en sus historias puede sumergirse en una realidad como la norteamericana, con una solvencia de información y de perspectiva, casi como cualquier otro novelista norteamericano. Segundo, que de igual modo como puede ofrecernos diversos registros en sus narradores, también puede usar diversos registros en las voces que asumen la narración. Así, si en "Por Mil Millones" y "Matar a Khadafi nos ofrece un narrador omnisciente que va desvelando todos los secretos y todos los hechos de la trama, en "Sicario", nos ofrece la voz del protagonista de la historia. Es el testimonio y confesión de un hombre cuya vida será la historia misma y que irá contándole al escritor autor de la novela.
Finalmente, podríamos decir que de cada historia con la que uno puede confrontarse en la obra de Vázquez Figueroa, se intuye una tensión vital. Se percibe la pulsión de una vida en acción, en permanente e intensa transcurrencia de la vida que el propio autor ha recogido de su intrincado paso por el mundo del siglo XX.
Invito a quienes gustan de la acción y el suspenso de corte político bien articulado, a explorar el estilo de este creador de nuestra lengua.