13 de mayo de 2009

PROTESTA INDÍGENA AMAZÓNICA

Palabras de un ciudadano del Siglo XXI.
Consignamos aquí un encendido pero justificado artículo de nuestro amigo Eduardo León Zamora sobre lo que está sucediendo con los pueblos indígenas de nuestra Amazonía.


PROTESTA INDÍGENA AMAZÓNICA:
UNA LECCIÓN DE CIUDADANÍA
Foto: Diario La República
Los pueblos indígenas de la amazonía están en pie de lucha nuevamente. No se trata de un berrinche selvático sin sentido ni un levantamiento subversivo que pone en riesgo el orden constitucional, como se nos pretende hacer creer. Se trata de un genuino movimiento democrático de ciudadanas y ciudadanos cuyo proceso de empoderamiento comienza a rendir frutos.
En efecto, a lo largo de décadas de procesos de organización, de educación, de participación y construcción del movimiento indígena y de interacción con el mundo no-indígena; los pueblos amazónicos, premunidos de sus derechos más sentidos, levantan sus voces y se enfrentan a un modelo económico irracional de depredación de la amazonía auspiciado por el Estado que pone en riesgo su supervivencia, no solamente cultural, sino física.
No se trata de un movimiento que niega el progreso y el desarrollo. Por el contrario, es un movimiento que afirma la necesidad de desarrollo, de un progreso que los beneficie y no solamente llene las arcas de empresas extranjeras o nacionales, da lo mismo; pintando de azul los indicadores macroeconómico y de rojo, los sociales.
Nos encontramos frente a un proceso democrático de lucha legítima y legal que nace de la concertación de muchos pueblos de la amazonía convocados por la clara amenaza contra sus territorios ancestrales, los pequeñísimos territorios que el Estado peruano, a su juicio, les asignó como comunidades nativas y que están lejos de corresponder a sus posesiones históricas y a sus necesidades actuales de supervivencia. Y aún así, el gobierno aprista pretende enajenarles lo que les queda.
No cabe duda que se trata de una acción autónoma, de madurez y coraje. Los indígenas de este país se ponen de pie y pretenden dialogar de igual a igual con un Estado que no los representa ni los quiere. Vemos, después de largo tiempo, a ciudadanos y ciudadanas que se acercan al Estado para que cumpla con promover, defender y proteger sus derechos; aquellos derechos que se comprometió a respetar en el Convenio 169 de la OIT.
Los pueblos indígenas de la amazonía han comprendido, y nos educan así a los demás miembros de la sociedad peruana, que ha llegado el momento de ponerle un alto a este gobierno mercader que arrasa no sólo con nuestros derechos; sino con nuestras oportunidades de un desarrollo sustentable y participativo; hipotecando nuestro futuro por un efímero crecimiento económico.
De esta manera, los pueblos indígenas no están defendiendo únicamente su bienestar propio; sino el nuestro, el de todos los peruanos y peruanas. La destrucción de la Amazonía no representa el final de las culturas originarias amazónicas; sino el ocaso de la humanidad; el ingreso a un camino sin retorno posible.
El desarrollo, según el evangelio alanista del siglo XIX, es ese espejismo de bonanza macroeconómica del que sólo usufructúan él, las transnacionales, los ricos y los corruptos. Los pueblos amazónicos no conocen de los beneficios de tanta riqueza.
García y compañía pretenden hacernos creer que el descubrimiento y explotación de reservas de gas y petróleo; de uranio y oro y la implantación de latifundios en la amazonía traerán el progreso a las comunidades pobres de la selva. Pero ese discurso sólo lo creen quienes desconocen la realidad de la selva peruana.
Los pueblos indígenas ya no creen más en esa leyenda del progreso. Han sufrido y sufren las consecuencias de las aventuras capitalistas en la selva. Ellos están muy bien informados sobre las terribles condiciones de vida de sus hermanos achuar del río Corrientes, donde después de 35 años de explotación petrolera, el "progreso" sólo les ha traído muerte, enfermedades, contaminación y destrucción de su ecosistema. ¿Qué progreso puede generar tamaño impacto?
También conocen muy bien cómo extensas zonas de Madre de Dios van quedado como territorio lunar por efectos de la actividad de extracción de oro. Y ya han experimentado cómo los "pequeños accidentes" de Camisea han causado enormes problemas de contaminación en los ríos Urubamba y Ucayali afectando la pesca y la salubridad del agua que consumen.
Esta actitud ciudadana de defensa de la vida, la tierra y la salud es lo que encrespa a nuestro Estado troglodita y su particular gobierno antiperuano. A la soberana vanidad de García que se arroga la capacidad de llevar a nuestro país por sobre la ola de la crisis internacional, le resulta inadmisible que los awajún, los shipibo, los huitoto, los asháninka o cualquier otro de los cuarenta y pico pueblos de nuestra amazonía le digan NO a sus políticas depredadoras del ambiente, a su opción entreguista con respecto a nuestros recursos naturales, a la contaminación criminal, al entreguismo que llaman inversiones.
No nos sorprende que, por ello, el Estado, reaccione como una metrópoli colonial del siglo XVII ante un levantamiento indígena: a pólvora y fuego. ¡Qué poco ha cambiado nuestro país en cinco siglos de relación entre Estado y pueblos indígenas!
Lo que sí ha cambiado es la forma de encarar las cosas desde la orilla de los pueblos indígenas. Hoy, los pueblos indígenas amazónicos se ponen de pie como ciudadanos, como sujetos de derecho. Ya no hay espejitos, ni bolitas de vidrio, ni herramientas de hierro, ni biblias para engañarlos. La única respuesta que esperan es una: RESPETO A SUS DERECHOS.
Los pueblos indígenas han enfrentado durante siglos la arremetida a costa de sus vidas. Ellos han experimentado en carne propia el peor genocidio de nuestra historia republicana; aquel producido por la explotación del caucho. Y a pesar de que la historia oficial ha tratado de sepultar este hecho; la memoria colectiva de los pueblos se ha empecinado en hacer recordar la verdad. Y estar alerta a una nueva hecatombe.
Los indígenas no son como cree Giampietri y afines, indiecitos ignorantes que reclaman llevados por la manipulación, ideologías extrañas o desinformación. Son para su terror, pueblos organizados, sabios y modernos. Su carácter ancestral no los convierte en piezas de museo o títeres del turismo, que es donde y cómo quisieran verlos nuestros gobernantes. Son gente que mira y cree en el futuro, un futuro con dignidad y prosperidad.
Las organizaciones indígenas están muy bien informadas sobre la riqueza y la vulnerabilidad de nuestra amazonía, sobre las consecuencias de la destrucción del bosque por la tala indiscriminada, sobre los efectos del cambio climático, sobre el desarrollo sustentable, sobre sus derechos, sobre la política y sobre los modelos económicos actuales.
Y esa es la fortaleza que teme nuestro Estado colonial, racista y belicista (contra sus ciudadanos). Por eso, declara en emergencia las zonas indígenas que han emprendido su lucha ciudadana. Hay que silenciar al indio alzado. No hay que dejar que se extienda su lección de ciudadanía. La Mesa de Diálogo cayó porque no es posible hablar y escuchar cuando uno sólo cree tener la razón y el poder.
Los ciudadanos y las ciudadanas democráticos no podemos permanecer callados e indiferentes ante la amenaza autoritaria de nuestro Estado contra el movimiento indígena amazónico. Hagamos notar el esfuerzo de nuestros hermanos y hermanas de la amazonía por hacernos abrir los ojos; para que tomemos conciencia de lo que significa la depredación del mayor territorio de la tierra donde se centran aún las esperanzas por un futuro posible. Hablemos, escribamos, gritemos, movilicémonos por los derechos de nuestros compatriotas indígenas; por la celebración de la democracia con la que nos instruyen los pueblos indígenas; por el poder ciudadano frente al autoritarismo y entreguismo del APRA.
Eduardo León Zamora
Ciudadano
Enviado por correo electrónico el 11 de mayo de 2009

7 de mayo de 2009

De peruanadas y de escritores

Thais, para quienes no son de su grupillo
En una reciente nota, la periodista argentina Mariana Enriquez, ofrece una documentada reseña del escritor peruano Oswaldo Reinoso. Toma diversas perspectivas y emite las suyas propias, para graficarnos la valía literaria del escritor arequipeño.
Sin embargo, la vieja manía del peruano de bajarse al otro peruano, que Iván Thais, tanto le propina a quienes no son parte de su circulillo, se despliega una vez más en su conocido Blog. Thais no puede dejar de resaltar el título: "Marxista Rabioso", con que la Enriquez titula su nota. Lo que Thais no dice, es que dicho título es una alusión provocadora, que la articulista toma de una maledicente opinión de un José Miguel Oviedo paranoico le achacara a Reinoso, allá por los sesentas.
Thais, el popular "mira como queda mi mirada en la foto", no tolera, no alcanza a soportar que intelectuales peruanos en las antípodas de sus concepciones vitales, logren trascender a este barrio literario, como el peruano. No quisiera siquiera imaginar lo que podría provocar Reinoso, si por cosas de los Hados, Reinoso lograra hacerse con algún premio. Borges no lo quiera, Thais podría lanzarse desde el puente Trujillo al río Rimac, o lo que queda de él, o, talvez se embuta de barbitúricos para aliviar ese terrible dolor en las entrañas, que significaría que alguien de Narración, llegara antes que él, a la fiesta de las letras universales. Toco madera pòr si acaso. Me refiero al buen Iván.