11 de febrero de 2008

Carnavales en Lima: Extirpación de Tradiciones

Hace algo más de una semana las autoridades en Perú, específicamente del Ministerio del Interior, llevaron a cabo una de las medidas más atinadas de la actual gestión. En Lima, como saben quienes viven en esta ciudad bastante desorganizada y con poco aspecto de gran ciudad, se suele vivir los días de carnavales con una exacerbada mezcla de violencia y goce colectivo. Un culto del sadismo celebratorio del valdazo de agua insalubre y el globazo traicionero. En toda la ciudad, especialmente en los barrios populares, pero no solo en dichos barrios. Más de una vez, yo mismo he sido víctima de una furibunda salpicada mientras viajaba en una coaster, por el distrito de San Borja.
Es una práctica, una tradición, pero una malsana tradición. No se recusa el juego en sí mismo, por lo demás, bastante oportuno en el mes más cálido del año, sino el acto invasivo de la libertad personal y la agresión expresa que se le inflige a tantos ciudadanos que sin desearlo, pasan manu militare, a formar parte de los mojados, embarrados, ensuciados, a menudo asaltados y, en el caso de las jóvenes, agredidas y ultrajadas.
No, no se recusa la tradición en sí misma. Lo que se deplora es la barbarie intrínseca con que se la vive en esta ciudad. A propósito de la noción de tradición, se escucharon a algunos congresistas y políticos, tratando de disminuir la gravedad y molestia que ya venía provocando en los últimos años esta ordalía ya instituida en los meses de verano en Lima. Trataban de minimizar la peligrosidad de estas prácticas, escudándose en la defensa y justificación de lo que ellos denominaban “tradición”.
¿Tradición?, puede ser. Talvez. Pero, si así fuera, hay que extirparla sin temores ni contemplaciones. Ningún argumento de tradición o tradicionalismo puede sostenerse si de por medio está la dignidad, la seguridad y el orden social.
En fin, lo cierto es que las autoridades con el apoyo de los medios masivos de comunicación se encargaron de advertir que el primer domingo de febrero estarían vigilando y preservando el orden en prevención de cualquier acto vandálico de esta naturaleza.
Bueno pues, en los días pasados me enteré que ese primer domingo hubo más de doscientos detenidos entre menores de edad y adultos. Los resultados se notaron ayer. Como cosa rara, pocas veces experimentada en Lima, se podía transitar en auto o en transporte público, sin recibir el destructivo globo de agua o la ráfaga de agua sucia.
La verdad es que pocas veces el suscrito suelta loas a las medidas o políticas implementadas desde el estado. Pero, la verdad es que en esta ocasión, han respondido con puntería y pertinencia. Solo cabe esperar que el control se mantenga con éxito durante toda la temporada de verano.
Así es Lima. Si tus tradiciones joden y apestan hay que extraerlas de cuajo y sin culpas. Hasta que aprendas a ser una ciudad que se considere como tal, hay que tratarte así. Con poco respeto por tus tradiciones insalubres y con mano inteligentemente dura.

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