15 de junio de 2009

El Friaje y la Solidaridad Insuficiente

Las ironías de lo andino.
El terrible drama que comportan las consecuencias que viene produciendo las bajas temperaturas en el Altiplano peruano, revela algunas inconsistencias acerca de la cultura de esta región tan tradicional en nuestro país.
Cuando uno piensa en los astronómicos derroches de recursos que significan estas fiestas con motivo de adoración a la virgen de la Candelaria, cuando uno piensa en el extraordinario movimiento económico que generan los puneños no solo en la frontera con Bolivia, donde sin duda, las ganancias son abrumadoras, sino, en los otros varios lugares a donde han migrado en sendas epopeyas colonizadores.
Solo baste recordar que la mayoría de los negociantes de la zona franca de Tacna, o los más impetuosos, son puneños llegados de las altiplanicies del collao; o, que los dueños de grandes consorcios comerciales en Lima, son gente venida desde tierras aymaras para constituirse en enérgicos artífices de la vida comercial de la lima actual.
Pero, incluso, cuando uno piensa en lugares exclusivos y nada modestos como la peña "Brisas del Titi Caca", con sus marquesinas y su desfile de artistas ofreciendo lo mejor de su arte para disfrute de la gran cantidad de clientes que visitan este lugar, uno no deja de extrañarse con lo que sucede hoy en Puno. Uno se pregunta, ¡Qué diablos falta para poder conectar tanto flujo de recursos entre estos puneños dentro y fuera de Puno, con los sectores más necesitados de ese mismo Puno. ¿Qué carajo falta?, ¡qé rayos sucede?. ¡No era acaso que estas poblaciones conservan una mística de la colectividad?, ¡dónde está esa cosmovisión basada en la comunidad?. O es que el dinero es más fuerte y potente que cualquier tradición?. ¿Es acaso el dinero más sagrado y telúrico que el sentido de solidaridad?. Y esa fiesta de la Candelaria, no puede servir siquiera para reconducir los espíritus hacia aspectos más urgentes de la vida puneña de hoy?.
Alguien debería poder explicarnos porqué tendríamos que conservar prácticas y pulsiones en estas poblaciones, que luego, no pueden condecirse con su propio futuro.
Es terrible decirlo; pero, mientras más constato que el descuido y la dejadez de este pueblo condena a tantos niños a morirse por el frío, tanto menos apego y afecto voy sintiendo por esas tan gastadas y publicitadas costumbres que nadie sabe qué en efecto celebran.

No hay comentarios.: