18 de agosto de 2011

Ruidos ...

... de la Calle, casi de una provincia.
Morrissey
En días recientes, mientras viajaba en un bus público en Lima, (hoy circulan más que coasters, afortunadamente), tomé atención de la música que sonaba, pues en general llevo mi propia música en el móvil. El cambio ha sido de logística, no de gustos. El cambio va de coasters a buses, pero el ruido, la mala estridencia no cambia.
Desde hace ya buen rato, venimos levantando la cuestión de la música que impera hoy en el país. No solo en Lima, en todas las otras ciudades es lo mismo. Para empezar, hemos experimentado una suerte de congelamiento histórico en nuestros gustos musicales. Por lo menos, a nivel de emisiones radiales por señal abierta. Si no es la edulcorada música, llamada, del recuerdo, baladas tras baladas de los cuatro o cinco mismos baladistas de hace veinte o treinta años, son las mismas salsas, denominadas, románticas; Eddie Santiado, Frankie Ruiz, Niche, Jerry Rivera, etc. Y para el caso del rock, la cosa va en la misma línea. O sea, que los ochenta se han instalado y no están dejando surgir nueva música.
el hecho es que la oferta musical actual, virtualmente no existe. Merced a las radios, a los dos grupos radiales que imperan en el medio, se han propuesto imponernos una cierta propuesta musical, además ya superada, y de pasada, nos han, nos están privando de una vertiente actual, vigente, y más coherente con los tiempos que nos toca vivir.
Las radios tropicales, todas, casi todas tocan lo mismo. Las radios de salsa, salvo contadas excepciones, no terminan de despegarse de las viejas salsas de los ochenta y noventa. Las radios de rock, en algunos casos tocan hiphop o latin; y lo de rock, como el caso de radio Oasis o radio Oxígeno, se han encasillado en los ochenta Obviamente The Police, The cure, Midnight Oil, o Guns'n Roses, no están mal. Pero, escucharlos ya más de medio lustro, como que desgasta cualquier gusto por esos grupos, o esa época.
Es eso, mientras en el mundo el indie, el género mundo, pero sobre todo, las propuestas locales, propias llenan el catálogo musical, aquí, estamos adosados, pegados, anquilosados en una propuesta pasadista, menor, modesta, y poco fértil para el desarrollo musical peruano. Porque, y esa es mi mayor reparo contra esta onda inmovilista del gusto musical peruano, se han neutralizado hasta la esterilidad.
Sencillamente no se conocen nuevas propuestas musicales, intentos audaces o no, de estilos o géneros musicales. En el género que se elija, ya existe una batería de alternativas, todas ya obsoletas. Si se trata de salsa, tal como lo hemos indicado líneas arriba, ya no se admite cosa nueva. Si se trata del rock, lo mismo. Si de música local, los mismos valses de hace no sé cuantos. Lo realmente actual y vigente, desgraciadamente es toda esa vaina del vallenato, bachata y el consabido reageton. Sí, es cierto, no es mi música, no entra en mis gustos musicales, y por lo tanto, no tengo autoridad para criticar estos géneros. Vale, de acuerdo con eso. En todo caso, lo que desapruebo, es que solo y solo en esos géneros aludidos, bachata, vallenato y reageton, se produzcan las novedades, y no en tantas otras alternativas, opciones y géneros musicales. No conocemos de algún grupo o músico que esté sondeando o buscando nuevos sonidos, nuevos caminos en la música. Tenemos lo mismo hace ya más de veinte años, y esto parece no tener intenciones de cambiar.
Uno hoy día, igual puede encontrar la música que quiere por Internet y todas esas cosas. Pero mi reparo es que esta esterilidad creativa actual en nuestro medio, no es natural, no es consecuencia de algún fenómeno social o sociocultural, sino, básicamente comercial, de esquema empresarial o seudo empresarial. Pues, resulta que lo que a los administradores, los que programan las parrillas o vainas radiales de música en las estaciones peruanas, simplemente no creen, no les interesa la música como tal. No, a ellos les vale madre la música. A ellos, a esos empresarios del sonido, y del ruido, básicamente les interesa el negocio, su negocio, su busines. Y por dicha causa, nos han producido un gusto musical de provincia, de un gusto provinciano.
La cuestión reside en: ¿Y por qué diantres nosotros tenemos que pagar el pato, por causa de sus business?. o, ¿porqué sus fucking business tienen que perjudicar el sonido de estos lares y estos tiempos?.
En fin, me vuelvo a poner los audífonos para seguir escuchando a Morrissey, a The Radio deptd. o la guitarra de Mario Orozco, y qué rayos, que siga sonando la bulla del bus, de la coaster o de la fucking combi peruana.

No hay comentarios.: