8 de abril de 2009

25 Años

Las Imprevisibilidades del Perú.
Ayer condenaron a veinticinco años al ex dictador, y ahora comprobado violador de derechos humanos, Alberto Kenya Fujimori. Creemos que la contundencia que se percibió en el resumen de la sentencia, debería bastar para asumir su veredicto. En realidad no debiera llamarnos la atención la reacción que ha generado esta inisualmente lúcida sentencia expedida por el juez San Martín y los otros magistrados. El fujimorismo, en este caso, como los otros extremismos que solemos conocer en el país, no estarán dispuestos a aceptar el epílogo de este proceso, al punto de sostener con el mismo cinismo del ex dictador, que dicha sentencia es una victoria para Sendero Luminoso.
Lo que sí nos llama la atención, y con una especial inquietud, es el cambio en el ánimo que puede generar un resultado como el conocido ayer. Para nosotros, ecépticos impenitentes, nos ha sacudido un tanto, aquella férrea creencia de que este sistema no es defendible per ce. Será lo alucinada que suele ser nuestra realidad, o lo retorcido que a menudo se ofrece el destino, que ahora nos ha puesto en la tecitura de renacer una vieja fe en el futuro de este país tan trágico como lúdico.
El primer ex mandatario llevado al banquillo de los acusados, y sentenciado como el criminal que es. Son estas cosas raras que ocurren en estas tierras. Uno piensa en el jefe senderista, Abimael Gusmán, que se asumía sin imposturas ni disfuerzos, como la cuarta espada de la revolución mundial, o en Ezequiel Ataucusi, que se pretendía como el ungido por el supremo, o en Chocano, percibiéndose a sí mismo como la voz más excelsa de la poesía del nuevo mundo, etc. Lo raro de todo esto, es que sucede en un país, una cultura como la nuestra, marcada por una excepcional baja autoestima. Leer las anécdotas de los peruanos en París, consignados por Ribeyro en su Diario personal: 'La Tentación del Fracaso'.
En todo caso, vaya nuestro reconocimiento a la labor desplegada por el juez César San Martín, y sus colegas.
P.S. Alan, dinos, ¿podemos empezar a creer en este país?. Qué dices. ¿Te animas?.

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