16 de agosto de 2008

Vínculos inhalámbricos

Todo llega. Demora pero llega.
Las mismas inquietudes que provocaban hace algunos pocos años, la idea de una pantalla plana o mejor aún, una de plasma, ahora nos lo provoca el pensar en los iPhone, las portátiles de bajo costo y poco peso, o aquellos celulares qué, ahora, no solo pueden filmar, sino, cual diminutos proyectores, pueden esbozar imágenes tridimensionales de lo que hayan filmado.
La repentina llegada de un entorno ultra móvil y full conection, irá, con toda seguridad, gestando un tipo de interacción, un modo de ser trancido de espectativas e intuiciones completamente desarraigadas de lo fijo y estable.
Pienso, por ejemplo, en el chico de clase media, lo que antes hubiéramos llamado un pequeñoburgués, asistiendo a clases en su universidad. No solo en Lima. Pensemos en una ciudad como Chiclayo o Arequipa. Lo imagino saliendo de casa muy rápido. Se sube a la coaster o al taxi. Se sienta, y revisa sus correos entrantes desde el teléfono móvil. Llega a su destino, saluda, pregunta, responde, y, cae en la cuenta de que se olvidó determinado archivo. ¿Miércoles!, no traje el trabajo. Se detiene, saca el móvil, espera, y oye: "¿Diego?, la voz de su madre. "Sí. Porfa, pásame el archivo que está en el escritorio de la PC". "¿Cuál?, responde un tanto intrigada la madre. Se trata de un video cuyo peso no entraría en un adjunto de correo.
El chico le indicará exactamente cuál, le dirá que abra su FTP personal, que arrastre el archivo en cuestión, y lo deje cargand.o
"Gracias vieja!". Te pasaste".
Él, abre su portátil, se conecta, carga el FTP, y, listo, ya lo tiene.
La movilidad, la portabilidad, la perpetua sensación de estar y no estar, pues, estar mucho tiempo en un mismo lugar, resulta si no ya poco elegante, por lo menos sí, sospechoso.
Algo de perverso tendrá el saber que no solo muchas de las cosas que comsumimos o consumiremos están en la red. Ese ámbito inextricable del que ya menos podemos desvincularnos, sino, que además, muchas de las cosas nuestras, creaciones, datos, y verdaderas llaves a otras cosas nuestras, cosas propias, están almacenadas en la red de marras.
Los incas llamaban el Kaipacha a lo que está aquí. Y, no recuerdo exactamente como denominaban a lo que estaba arriba. Bueno, pues, nuestro aquí, hoy y mañana mucho más, se verá invadida por el otro aquí. Aquel entramado de conexiones y vínculos interpersonales que llamamos red.

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