26 de octubre de 2007

VARGAS LLOSA Y SU VISIÓN DEL MUNDO ARGUEDIANO

La obra de Arguedas ha significado siempre un gran interés por la crítica, tanto en el terreno literario como en el de las Ciencias Sociales. Muestra de ello son los innumerables estudios realizados en torno a la obra arguediana. Precisamente, uno de los que le ha dedicado especial atención ha sido el novelista Mario Vargas Llosa en distintos artículos, pero sobre todo en su libro La Utopía Arcaica de 1996.Mario Vargas Llosa aborda la obra de Arguedas en dos planos. De un lado, el plano estrictamente literario y de otro, el ideológico. En el terreno literario, es conocido en Vargas Llosa su vocación por la técnica y la arquitectura narrativa. Criterios todos que sin duda alguna domina eficientemente. Pero que elevados a la condición de canon o requisito excluyentes siempre generan polémicas. Así, por ejemplo, cuando afirma que Ciro Alegría escribe como en el siglo XIX. En esa misma línea Vargas Llosa en su ensayo “La Utopía Arcaica”, le restará virtudes literarias al libro de “los Zorros" cuando señala que: "El desesperado intento final de ser moderno que es "El zorro de arriba y el zorro de abajo", labor que, aunque fracasado como obra de ficción, es un experimento, un temerario esfuerzo del escritor para liberarse de toda inhibición". Si nos fuera permitido forzar una analogía, podríamos sentirnos inclinados a identificar en Vargas Llosa, en el terreno literario, la misma postura que Aníbal Quijano asumiera en el plano sociológico.Pero Vargas Llosa efectúa también una crítica de la visión arguediana del mundo andino y su relación con el mundo occidental. En éste tópico talvez el autor de “La Guerra del Fin del Mundo” exhala alguna de las tesis, de su antiguo maestro Raúl Porras, cuando intenta presentarnos a un Arguedas preocupado por mantener al hombre y al mundo indio, congelados en su pasado, ascépticos de toda contaminación del mundo industrializado de occidente. Porras Barrenechea señalaba en alguno de sus escritos que el indio peruano, mostraba como característica germinal un cierto “horror a la mutación y al cambio, un afán de perennidad y de perpetuación del pasado”.Aunque los estudios realizados por Ángel Rama invitan a ver en Arguedas un entusiasta de, por ejemplo, la transculturación, o de la labor de asimilación y recreación de la cultura occidental, es evidente que para Arguedas la ontología de su literatura resumaba o, por lo menos, debía hacerlo en dosis importantes, las palpitaciones más significativas del hombre del ande.Sin embargo, a efectos de considerar el lente con el cual Vargas Llosa ausculta la perspectiva arguediana, es importante recordar aquí lo que el Dr. Ricardo Gonzales Vigil encuentra en este asunto: "El principal problema es otro, sin embargo, se trata de la ideología del propio Vargas Llosa. Una ideología racionalista, empirista y pragmática. Que considera discursos especializados al arte y la literatura”.
Resulta significativo pues que Vargas Llosa adhiere una perspectiva definida en el carácter de su actividad creadora. Es innegable la destreza de su pluma y la acusiocidad con que organiza la información en la plasmación de sus ficciones. Rasgos que por lo demás son virtudes en el novelista.No obstante, es preciso reconocer que Vargas Llosa asume sin pudores un punto de vista radical en la defensa de un racionalismo beligerante en diversos ámbitos de la existencia. Como puede extraerse de su devoción por la obra de Kart Popper. Quizás ello explica, en parte, esa seguridad,ese tono a menudo sentencioso; propios de los ámbitos del neopositivismo. Lo cual, evidencia si no una ideología, por lo menos un matiz definido desde donde proyecta su perspectiva sobre Arguedas.En cualquier caso cabe la pregunta de si ¿no será que Vargas Llosa, en “La Utopía Arcaica”, aprovecha la ocasión para proyectar, por negación, su propio credo, su propia utopía?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien maestro se ve que ha vuelto a las andanzas analiticas.
Michel