12 de agosto de 2010

Sobre el Infierno en Lima

Un poco de retraso, y un poco de cinismo.
Peru21.
Tal como hace ya más de cuatro años decíamos en este Blog, la criminalidad y el delito iban a crecer, y toda esa borrachera por el crecimiento económico no nos iba a bastar para hacer de Lima, o de cualquier lugar en el Perú, un lugar más vivible, más seguro para bibir.
Hoy mismo, el director de Perú 21 escribe casi en tono de pánico, un llamado, una imploración para resolver esta situación. Sí pues, el crimen, los asaltos, los secuestros, los robos al paso, los marcas, o los taxistas violadores, etc. están a la orden del día.
Pregunta: ¿a alguien se le ocurría que un esquema, un modelo económico como el vigente nos iba a ofrecer otra cosa?. No solo el señor Fritz Du Bois, sino casi la mayoría de los opinadores económicos de su diario y de otros medios, no se han cansado d saludar y felicitarse por el modelo económico actual. Un modelo que privilegia las inversiones por sobre la distribución equitativa. Que privilegia el crecimiento, por sobre la racionalidad. Que le perdona las sobreganancias mineras, pero que no le perdona al vendedor o bodeguero, sus moras con la sunat. Una economía que casi quisiera convertir al Perú en una buena puta, para que sea comprada por el mejor comprador o inversor.
Entonces, ¿cuáles son las consecuencias?, ¿las sociales por lo menos?. Bueno pues, que el servidor que poco gana, como el policía, tiene que recursearse pues. El juez que ya casi avisora su jubilación, trata de asegurarse la vejez de alguna manera pues.
Que, los exmilitares, los inescrupulosos, sin oportunidades de una mejor vida, ofrecen sus servicios a quien le pague más pues. Que, el ex vigilante, el guachimán, que le enseñaron a usar arma para su trabajo, ahora sin eso ni sin plata, sale a buscárselas pues.
La lógica, intuyo, creo que va más o menos así.
Si tanta plata rica va circulando por allí, si tanta gente anda con tarjetas, entonces, algo pueden dejarnos, algo puedo sacar.
Esa moral debilitada por nuestra propia realidad, sumada a alguna eventual desesperación económica, y algún que otro factor concurrente, nos produce atracadores, secuestradores, marcas, asesinos, y toda la lacra que nos podamos imaginar.
Patética esa gentita miraflorina que se indignaba y se desgarraba las vestiduras porque la tal Lorie Berenson iba a habitar un cuartucho en su distrito. Mientras, que estoy casi seguro, más de alguna de esas familias desubicadas, desde junio hasta ahora, debe haber sufrido algún que otro robo, atraco o secuestro. Quiero decir: hoy, el mayor y más peligroso enemigo, es la delincuencia, y la lógica que la alimenta.
Reitero lo dicho el 2006: precisamos racionalidad y control a todo nivel. Sinó, nos queda la irracionalidad, o como lo llama Du Bois, EL INFIERNO.

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