20 de marzo de 2011

"Una falacia hecha música ..."

La faenota de Castañeda Lossio.
Pedro Salinas - Columna.
Algo que suele indignarme con facilidad y energía, es el cinismo alegre y sobervio. Hacer un mal escabeche y pretender pasarlo por platillo de alta cocina.
Casi desde el principio, para muchos, era evidente que el alcalde, o ya ex alcalde Castañeda, no tenía mayor interés por la ciudad, por su infraestructura y desarrollo. Desde lo de las escaleras, era evidente que su performance era demagógica, y comportaba un propósito político ulterior; vale decir, el de usar el municipio como trampolín para llegar a la presidencia.
Hoy, gracias a un informe de gestión que acaba de sacar a luz la gestión actual de Villarán, hoy y no después, sabemos que no solo se hizo mal lo que debía hacerse bien, sino que se ha gastado un dineral en obras que básicamente solo adornan una ciudad que reclama orden y planificación en su diseño. Un Metropolitano que debería descargar el tránsito, solo afecta a menos del 7 % del transporte limeño. Un Metropolitano incompleto, que en determinadas zonas debía pasar por subterráneo, pero que terminó pasando por la superficie, con toda la carga de congestión que eso conlleva.
En fin, dejo el comentario de Padro Salinas para hacernos una mejor idea del tema Castañeda:

Fuera de los Hospitales de la Solidaridad y las escaleritas, que son logros que los limeños agradecemos, la municipalidad de Lima bajo la administración de Castañeda abdicó de sus responsabilidades como autoridad. Y decidió entregarle a entidades internacionales la administración del presupuesto de inversiones del municipio. Concretamente, a la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que, como ha subrayado el director de este diario, nunca se ha aclarado qué puede saber de inversiones y por qué motivo se le contrató. A través de esta OIM, en consecuencia, se sustrajo el dinero de la fiscalización, se optó por la turbiedad fiscal, el sobrecosto presupuestal y el debilitamiento de la capacidad de gestión. De las 178 obras realizadas por OIM, verbigracia, ni una ha sido auditada. Más todavía. Los funcionarios de dicha organización asignados a la municipalidad renunciaron al unísono el día en que se les pidió información y rendición de cuentas.
La municipalidad limeña apenas fungió de mesa de partes en materia de obras, o sea. Eso sí, a la hora de la foto y las inauguraciones, Castañeda aparecía, siempre listo, premunido de su impoluto casquito amarillo.
Al cabo, este es el balance: obras incompletas, obras mal hechas, obras que costaron más de lo presupuestado, ningún planeamiento en la ejecución de las mismas, errores gruesos, sobreendeudamiento, ausencia de liderazgo, pistas sin veredas ni señalización de semáforos, baños sin desagües. Y cosas así. Pueden imaginarse el cuadro.

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