14 de mayo de 2011

Ni cheques en blanco, ni garantes bambas de la democracia

Por eduardo León zamora.
Perú 2011
Ni cheques en blanco, ni garantes bambas de la democracia
Eduardo León, ciudadano
A pocas semanas de las elecciones, muchos ciudadanos y ciudadanas que no se han beneficiado del crecimiento económico, ni se creen los dueños del Perú; y que se preocupan honestamente por la democracia y aspiran a un país donde más personas tengan una vida digna y ejerzan plenamente sus derechos, no han decidido aún su voto.
Mientras tanto los sectores A y B y los grupos de poder que los representan (banca, empresariado, medios de comunicación, partidos) ya se alinearon con el retorno del Fujimorismo porque ellos no tienen dudas en sus apuestas. Votan por ellos mismos, por su propio futuro.
Y no debe sorprendernos. El fujimorismo no representó en el pasado ninguna amenaza a sus intereses. No fueron los suyos las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. La mayoría que fue asesinada y desapareció fueron indígenas y pobres del país. No fueron ellos quienes sufrieron el shock económico. Aprovecharon al máximo las condiciones que les facilitó el nuevo Estado, surgido del golpe del 1992, para incrementar sus ganancias. La corrupción no les afectó por ningún lado. Convivieron, en bonanza, con ella. Y se movieron, cómodos, en sus aguas. La ruptura del orden democrático no los tocó. Ellos no requieren de los derechos ciudadanos para hacerse escuchar y participar. Están en el centro del poder. Tienen sus propios mecanismos de intervención. Tampoco requieren de libertad de expresión. Se entregaron a los brazos poderosos del Estado corrupto y se prostituyeron con sus las líneas editoriales alquiladas de sus empresas de comunicación. Por eso, al Fujimorismo no le hacen ascos.
Les da lo mismo PPK, Castañeda, Toledo o Keiko porque la derecha es promiscua. No le importa con quien duerme mientras la preñen. Mientras siga procreando los privilegios, la riqueza, el poder y el orden en el que ha vivido desde siempre. Ahora que ve a Ollanta como su peor pesadilla, no le importa mentir, difamar, alquilarse o prostituirse para seguir viviendo en su lujuria. Todo es válido en su afán de perpetuarse y perpetuar su propio bienestar. Incluso el retorno del Fujimorismo es deseable porque es su última carta.
Y esa carta la juegan sucio. Nunca más cierto ese "Miente, miente, miente que algo queda" del nazista Goebbles. Todos los días nos martillan con sus dudas, con sus miedos, con sus falsedades, con sus fantasmas. Y de tanto mentir, aquellos que no tienen ninguna razón para confiar en esa derecha cavernaria, comienzan a compartir sus temores: ¿Y si nos quitan nuestros fondos de pensiones?; ¿Y si nos convertimos en Venezuela?; ¿Y si estatizan todas las empresas?; ¿Y si se tumban la democracia?; ¿Y si se impone la mordaza a los medios de comunicación?.
Todos los días leemos y escuchamos que nuestro país está en peligro, que hay que defender la democracia, que no podemos retroceder. ¿Y quién lo dice? ¡La derecha! Aquella derecha que no cree en el bien común, que no cree en una democracia inclusiva ni en una libertad de expresión que no exprese otros intereses que los suyos. Una derecha, que hoy más ideologizada que nunca, proclamaba hasta hace muy poco el fin de las ideologías. Y que nunca se ha fajado ni por la democracia, ni por la libertad de expresión, ni por los derechos humanos ni por la inclusión social y que sólo ha apelado al discurso de la defensa de las libertades y los derechos cuando siente que la ampliación de las libertades y los derechos para todos los puede "perjudicar". ¿No derrocó al demócrata Bustamante y Rivero en 1948?; ¿No proclamaba al Belaunde de los sesenta como el candidato del comunismo?; ¿No pedían en el 2000, a pesar de los Vladivideos, que Fujimori se quedara un poco más para evitar la inestabilidad?
Por supuesto que los indecisos tienen derecho y encuentran sus razones para dudar de Ollanta. Todos hemos dudado de todos los candidatos en todos los tiempos. ¿No son varios los que elegidos como presidentes, como García, han incumplido sus promesas? Las dudas son comprensibles. Pero las dudas no pueden ser inducidas por las campañas retorcidas de la prensa. Deben ser fruto del análisis, el debate, la reflexión. Tienen derecho a dudar, a votar en blanco o viciado. Incluso, tienen derecho a votar por Keiko, pero no podrán apelar a razones éticas o políticas para ello. Tampoco funciona la lógica del mal menor en este caso porque el fujimorismo fue el mal mayor de nuestra historia.
Ahora el empresariado, los grandes medios que vivieron, sin vergüenza, a costa y a favor del fujimorismo corrupto; los políticos, perdedores de estas elecciones, que sacaron provecho de las privatizaciones de los noventa, pretenden erigirse como los voceros del Perú democrático. Quieren garantizar la continuidad democrática, dicen, aquellos que aplaudieron al Ingeniero Dictador. Quieren garantizar la estabilidad económica para seguir creciendo aquellos que sólo piensan en sus propios bolsillos. Quieren garantizar la libertad de expresión aquellos para quienes la objetividad, la verdad y ética periodística se compran y se venden. Con tales garantes, poco tenemos que ganar las ciudadanas y los ciudadanos de este país.
Quienes creemos en la democracia y, además, votamos por GANA PERÚ, no estamos entregando un cheque en blanco. No votamos por un nuevo caudillo. Votamos con la conciencia de que tenemos intacta nuestra capacidad ciudadana de participar, vigilar, exigir y protestar frente a un gobierno que cumple o no sus promesas. Así lo estuvimos en los noventa. Y ahora votamos por mayor justicia, por ejercicio pleno de derechos, por mayor desarrollo, por más democracia. Podemos equivocarnos. Pero hoy confiamos. Es preferible confiar en lo posible, tener esperanza. Creemos en una casa amplia, con puertas y ventanas abiertas de par en par. Y nosotros, mujeres y hombres de este país, debemos ser los garantes de esa ilusión.
A Keiko Fujimori la derecha sí le entrega un cheque en blanco. Le entrega en bandeja las condiciones que el fujimorismo ansía para volver a hacer de las suyas. La suya es la promesa de un Perú convertido nuevamente en una casa tapiada, de sombras y muerte. Y hoy sus garantes agitan la guadaña y abren sus billeteras.
Lima, a 28 días de la segunda vuela (Día de la Madre)

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