7 de mayo de 2011

Luciana

Ese pedacito de fuego en mi vida.
Luciana
Hoy, debido a uno de los cursos que lleva Paola me quedé solo con Luciana, la pequeña que forma parte de nuestras vidas, desde hace dos años y cinco meses.
Hasta hace relativamente poco, lo mío ha sido fundamentalmente asistir, apoyar, cubrir, casi tercerizar en las necesidades de Luciana. Pues, Paola lo ha llevado solventemente desde el primer día. cuidarla, alimentarla, bañarla, cambiarla, arroparla, arruyarla, cantarle, etc. Yo, he hecho mi mejor esfuerzo, he procurado estar a la altura de las circunstancias, sobre todo, con el estremecimiento que supone el hacerse cargo de esa vida pequeña que flota y discurre entre nosotros, en todo momento y de manera total.
Pero hoy, como ya varias buenas veces, me he tenido que quedar a cargo de ella. Y como no había tenido ocasión antes, he disfrutado del modo más natural y pueril posible. Me caí sentado, y nos reímos juntos con Luciana. Le pelé unas mandarinas, y hablamos mientras lo hacía. ella, preguntando, y yo, tratando de cubrir sus curiosidades. Ella, pidiendo más volumen al DVD para seguir mejor a Barnie, y yo, corriendo para atender su solicitud.
Yo, tratando de leer y escribir algo, pero, dejándolo todo, cuando llegaba su llamado. Luciana parece darse cuenta que cuando estoy en la PC, me captura una especie de adicción perversa. Y, por lo cuál, según intuyo, trata de ser delicada. Lo cuál me conmueve hasta no más.
Hoy, sentí más que nunca, su compañía, su presencia como ese pequeño otro que es junto a mí. No era ya solo la enanita que solo ostenta alguna necesidad, sino, una personita que es ya en sí misma, una compañía, con la que regamos las plantitas bebé, como llamamos a unos juveniles arbustos de pimientos que hemos sembrado en unos grandes maceteros, o, cuando nos vamos a la terraza de la casa a jugar con las pelotas, o, cuando pide subirse al pedalero del pequeño gimnasio de la casa.
Pocas veces puede resultarme tan enternecedor hablar y escribir sobre Luciana, la pequeña Luciana, que seguramente cuando en algunos años lea este post, si la blogósfera se mantienen hasta entonces más o menos como ahora, y constate la emoción de estos momentos, de estos precisos momentos en que escribo de ella, le prouducirá, muy probablemente, algún rubor adolescente, o alguna sonrisa juvenil.
Bueno pues, Luciana, cuando puedas por tí misma leer estas líneas, talvez, estaré embarcado en alguna aventura espiritual, o sencillamente personal. Y, sin embargo, el cariño que nos produces a mamá Paola y a mí, no solo habrá crecido tanto y tanto que ahora no imagino, sino que habrás confirmado que la vida ha sido endiabladamente generosa conmigo, solo y solo por el hecho de tenerte conmigo, de que estés aquí y ahora. Esta vida que en algún momento se ha llevado a algunas personas valiosísimas, se las ha arreglado para darme, quizá en compensación, simplemente no lo sé, para darme decía, la más exaltadora felicidad imaginable.
Cuando por fin puedas leer esto, en algunos buenos años, la vida nos habrá puesto otras tantas nuevas cosas. Lo que no habrá podido modificar, y de eso estoy enajenadamente convencido, de la felicidad que me significa saberte entre nosotros, oír tu voz, acariciarte el cabello, cobijarte dormidita.
Te quiero del modo más violentamente enternecedor, que es como me inspira tu presencia, tu existencia y tu fueguito, ese fueguito que me abriga ahora y por siempre. Confieso que no tenía un motivo especial para decirte eso justo ahora, simplemente me lo provocaste tú, me lo inspiraste con ese modo tan indescriptiblemente mágico que tienes para ayudarnos a vivir, a seguir y a continuar viviendo esta vida que gracias a tí, adquiere más color, más música, y más fueguito como el que solo tú puedes darle a nuestras vidas.

No hay comentarios.: