25 de mayo de 2011

Vargas Llosa y el Resentimiento

¿Dónde se encuentra el verdadero resentimiento?.
Lima, Ciudad de los Reyes.
Tras haber expuesto con toda libertad y convicción su opción para esta coyuntura electoral, y además haber fundamentado su opción, Mario Vargas Llossa ha sido objeto de la más inimaginable andanada de ataques, y gritos vociferantes por su actitud. Desde el cardenal cipriani, habituado a soltar desaguisados desde el púlpito, hasta sus más recientes adeptos que virtualmente se peleaban por lamerle los zapatos al escritor, todos, o virtualmente todos, han apelado al argumento del resentimiento, del rencor de Vargas Llosa.
Un presunto resentimiento del escritor contra alberto fujimori, por haberle ganado las elecciones de 1990, lo habrían movido a decir las cosas que ha dicho, a elegir o preferir la opción del candidato Ollanta Humala al de la hija del ex dictador. El propio Mario Vargas Llosa se ha encargado de explicar su posición, basados fundamentalmente en motivaciones éticas y morales.
Pero, incluso sin esa explicación, resulta meridianamente claras las razones y el fondo de su posición, como para pretender agregarle o inventarle motivos, retorciendo así la razón y los hechos.
Sin embargo, si de identificar dónde realmente está o de dónde proviene el verdadero resentimiento se trata, entonces, cabe suponer que quienes no le perdonan a Vargas Llosa, son en realidad, justamente aquellos quienes más disparan contra él. En el fondo, no le perdonan ser tan blanco, tan refinado, tan regio, y sin embargo, tan cholo de apoyar a un cholo como Humala.
Todo estaba bien, ya habíamos ganado el Nóbel, los cócteles y las recepciones en los salones tan limeños, nunca serían mejor que ahora. Todo encajaba, teníamos bonanza económica, teníamos un Nóbel, teníamos una prensa con clase, y otra para el pueblo. Revista cosas, Plus TV, los primeros, y toda la TV de señal abierta y los diarios de a sol cincuenta, los segundos. Qué lindo, qué regio y divino iban a estar todos esos agasajos tan UPC, tan revista somos, y sobre todo, todos tan blancos, tan de familia de apellido compuesto, tan limeñísimamente nice.
Pero, ¿horror!. ¿Que Marito va a votar por Humala?. ¿Qué cosa?. ¿Pero qué cholada!. ¿No, debe haber algún error!. Por favor, ¡llama a Patricia!, ¡llama a Fernando! y si es necesario, ¡llamen a León Rupp!.
Entonces, todas nuestras tías de té, todas las tías suscriptoras de la revista cosas, y que tan bien se las ve cuando aparecen en la sección sociales de El Comercio, junto con sus esposos, siempre pensando en los negocios inmovbiliarios y en las piernas de la asistente tal, a partes iguales, siempre respirando por la billetera, o la credit card, empiezan ese violento proceso de acumular bilis, resentimiento de rancio abolengo.
Es ese rencor, ese resentimiento rancio, con o sin abolengo, ese no perdonarle ser tan cholo, lo que muy probablemente esté detrás de este fenómeno tan ridículo como grasiento que ha venido a aparecer en estos días de previa electoral.
El resentimiento, el verdadero rencor, no está, es absolutamente evidente que no procede del autor de La Verdad de las Mentiras, sino, de la proverbial y resinosa huachafería limeña de demonizar a quien no le da en el gusto, además, en ese impertérrito y aristocrático mal gusto de la limeñada insufrible que ya fatiga.
Esa intolerancia, ese evidente resentimiento, es algo que claramente está supurando el establisment contra Vargas Llosa, por no optar, por no cantar, por no defender la indefendible posición que hoy, como siempre, ha asumido esa vieja y ya malholiente derecha peruana.
Lo que cabe extraer de todo esto, es suponer, imaginar, deducir qué no le dirán a cualquier hijo de vvecino que no encaje en los gustos o intereses de esta derecha peruana!. Si así tratan a su más preclaro representante de la finura y la nobleza intelectual peruana, tan blanco él, ¿qué no le dirán o harán al resto de peruanos, mayoritariamente mestizos, cuando desentone o directamente contraríe los anhelos y ansiedades limeñas?.
En fin, brindo desde esta tribuna, con los Vargas Llosa, por ese trago amargo de bilis rancia y avinagrada que hoy les toca tragar a las tías del Carmelitas, a las tías del "María Reina".

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