13 de enero de 2012

A propósito de Movadef y sus Movidas

A Propósito del jaleo que se ha armado como consecuencia de las
intenciones del denominado 'Movimiento por la Amnistía General y los
Derechos fundamentales', Movadef, interesa consignar ciertas
cuestiones que no solo desautoriza a este movimiento claramente
prosenderista, sino, de pasada, a todos sus detractores del
establishment.
Al margen de las consideraciones legales, me interesa reflexionar
sobre la voluntad, las voluntades que se esconden detrás de los gestos
y bravatas observados en estos días. Para empezar, sería útil
constatar la lógica adoptada por Sendero Luminoso, que en el fondo es
lo que está detrás de este Movadef, y que produce tanto rechazo en los
sectores más intolerantes y mediáticos que se han manifestado en este
debate:
Sendero, es importante recordarlo, no es tan distinto de otros
movimientos que insurgieron contra el estado para tomar el poder vía
las armas, tal cuál había sido en lo fundamental, el ideario
revolucionario de los partidos comunistas. Todos los movimientos o
grupos insurgentes, básicamente se han planteado o tomar el poder, o
emancipar a su población de algún yugo determinado, vía el uso de las
armas, vía la lucha armada. No olvidar que este continente logró su
independencia por ese camino.
La peculiaridad de Sendero Luminoso, lo que lo diferenció del resto de
movimientos, fue su maoísmo. La mayoría de las guerrillas de corte
comunistas, marxistas, por lo menos en la región latinoamericana, no
habían incorporado el tercer ismo, el "maoísmo". Sendero sí lo hizo, y
con una fidelidad o perseverancia tal que luego le fue difícil al
estado peruano, al representante del sistema, establecer alguna
posibilidad de interacción medianamente razonable, situación que es la
que impera hasta la actualidad.
A todo esto, también hay que recordarlo, se suma aquel factor, aquel
substrato cultural, antropológico, que ha signado la naturaleza de
Sendero Luminoso, cual es: la intemperancia. O, lo que Arguedas
llamaba: la rabia, o lo que otros suelen identificar como: "el
resentimiento violento". Lo interesante es que este rasgo, este factor
antropológico no es privativo o exclusivo de Sendero Luminoso, como
muchos analistas o enterados quisieran achacarle a la ideología
senderista. No, desafortunadamente esa vocación intemperante y cruel
no es exclusividad del llamado "pensamiento Gonzalo".
El presidente gonzalo, así llamado por sus huestes, (no es
"camarada"), Avimael guzmán, solo instrumentalizó esa vocación, esa
pulsión antropológica preexistente en nuestra cultura, en nuestro
imaginario colectivo. Pero dicho proceso, si uno revisa la escena
pre-guerra, fines de los setenta, solo se definió en pleno proceso de
la denominada "lucha armada". Obsérvese que En el inicio de esa "lucha
armada", no aparece la terminología "guerra popular". Por eso, el
documento senderista que da inicio a su guerra contra el sistema, se
llama ILA 80, (Inicio de la Lucha Armada 80).
Obsérvese también que en ninguno de sus documentos oficiales,
directivas políticas programas o planes generales, o sus planes
operativos, se consignan referencias a prácticas de crueldad o de
violencia criminal. Tampoco aparecen justificaciones ideológicas o
filosóficas a prácticas puntuales de violencia o crueldad evidente.
Incluso, si uno revisa su accionar concreto, no se encuentran
prácticas como el secuestro, torturas a efectivos del orden,
violaciones sexuales como práctica generalizadas en toda la
organización, etc. Lo que no disminuye ni atenúa toda esa otra
crueldad con los campesinos, o los dirigentes populares casi ya en el
ocaso de dicha guerra interna.
Vale decir, Sendero insurge como un movimiento subversivo con una
determinada línea política, y una determinada lógica militar. pero, es
en el proceso de dicha guerra, que Sendero incorpora toda esa crueldad
y barbarie en su praxis concreta y real. La crueldad que caracteriza a
Sendero es un fenómeno de su proceso, un fenómeno que aflora en el
decurso de su accionar subversivo, y que frente al fenómeno, ante tal
impronta de "intemperancia", de suma crueldad, la dirigencia
senderista, la mayoría del Comité Central, no solo no toma distancia o
busca que rresolver el problema, sino, y allí reside la
responsabilidad moral de Sendero Luminoso como tal, lo toma como una:
"oportunidad".
En este punto, la dirigencia Senderista, aplica la lógica, el
pragmatismo de todo político moderno. Esto es, "sacar ventaja de una
circunstancia no prevista, inesperada, pero útil y funcional".
Los dirigentes senderistas, entre el año 83 y 85, creen encontrar en
el uso de la violencia focalizada, esa crueldad con los campesinos, un
medio, un recurso para conseguir objetivos táctico-estratégicos. Si al
inicio de la guerra, entre 1980 y fines de 1982 le había sido útil la
táctica de visitar poblaciones aisladas, aquellas incursiones armadas
en las que básicamente se arengaba políticamente, ya para el año 1983
y en adelante, tal táctica ya no le era políticamente rentable, ya las
FFAA habían entrado en el escenario de la guerra. Es en esos años en
que Sendero Luminoso incorpora el método de la ejecución violenta y
pública, dentro de su praxis permanente, fundamentalmente en el campo.
Pero, será con las dos matanzas de presos senderistas, Lurigancho en
1985 y El frontón en 1986, que termina por enajenar a la dirección
senderista. A partir de allí ya no habrá punto de retorno, ni
posibilidad de diálogo alguna, ni de rendición en Libertad. Sendero
Luminoso, su Comité Central, cree encontrar en la otra barbarie, la de
vastos sectores de las Fuerzas Armadas y policiales, la justificación
y validación moral a su propia y particular barbarie "subversiva".
Aquí es importante puntualizar que, al parecer, existen testimonios
incluso documentos que revelan la lucha interna y la insurgencia de
espíritus disidentes al interior de la organización, a raíz de las
proporciones que tomaba el accionar de Sendero Luminoso. Material que
conviene estudiar para una mejor comprensión de este fenómeno.
En síntesis, Sendero inicia un proceso de guerra subversiva contra el
estado, bajo directrices típica y clásicamente revolucionarias. O sea,
tomar el poder, para "teóricamente", modificar drásticamente el orden
de cosas existentes. pero es en el camino que Sendero adopta, adquiere
el signo de crueldad que todos identifican en él, y que motiva todo el
rechazo y la alarma general. Lo que sucede es que el Sendero de hoy,
básicamente encarcelado, nunca ha tenido y parece no tener intenciones
de referirse a ese fenómeno, a esa enajenación que lo convirtió en uno
de los movimientos insurgentes más letales de la historia. y no lo
quieren siquiera revisar, por tozudez, por cobardía, y por un orgullo,
digamos, de "clase". (Clase social, clase proletaria, se entiende).
Por ello mi convicción de que Sendero Luminoso como tal, es
básicamente un movimiento revolucionario ya fenecido, sin la menor
posibilidad de repetir o reiterar su performance inicial y conocida.
En esa línea de argumentación, el denominado Movadef fundamentalmente
representa dos objetivos:
Primero, la excarcelación de los dirigentes que aún quedan en las
prisiones peruanas. Segundo, La inserción de alguno de esos
dirigentes, en la escena política nacional.
Ninguno de estos dos objetivos, representan por sí mismos una amenaza
al sistema, al estado de derecho, ni a la democracia. Incluso si la
prédica senderista, o neosenderista, fuese el de la toma del poder, la
violencia revolucionaria, o cosa parecida. Pues, las condiciones
socioeconómicas y culturales del presente son claramente distintas a
las que experimentó el Sendero Luminoso de 1980. Y, además, porque a
los líderes históricos, como es obvio, ya no les acompaña juventud,
energías, ímpetus que pueda justificar o impelerles a correr los
mismos caminos que ya recorrieron y que ya conocen en detalle.
Por otra parte, el establishment, la sociedad peruana, tampoco es que
goce de grandes arrestos morales o éticos como para mostrarse
mortificada, alarmada, o indignada de que un grupúsculo como Movadef
quiera acceder al sistema electoral oficial. Pero sobre todo resulta
impresionante el volumen de necedad y cinismo que acompaña a todas
esas argumentaciones que se han manifestado para expresar su rechazo o
disconformidad con las tentativas de este grupo neosenderista.
Para empezar, la nuestra, se trata de una sociedad que históricamente
ha albergado, tolerado y a menudo auspiciado condiciones de
injusticia, oprobio, indignidad, y sufrimiento a incontables
generaciones de peruanos. En costa, sierra y selva, los ejemplos de
humillación e ignominia a la condición humana de tantos peruanos,
sucedió sin mayores escándalos morales o consecuencias legales.
Sin embargo, ha sido durante la guerra interna vivida por el Perú,
donde se ha registrado las mayores formas de irracionalidad y
virulencia contra la población por parte de las fuerzas del orden.
Basta revisar la ingente información de la Web
www.genocidioayacucho.blogspot.com
Envueltos en una guerra de baja intensidad, las FFAA peruanas, el
ejército y la marina fundamentalmente, ofrecieron una performance que
debería avergonzar al país. Aquí discrepo totalmente con Juan Carlos
Tafur en su idea de heroificar y mistificar a los miembros de las
fuerzas del estado que combatieron a los grupos alzados en armas.
Lo cierto es que dada la mortandad y las características de esa
mortandad, precisa realizarse un exámen serio y honesto de las
principales responsabilidades del daño infligido a la población y la
inimaginable mella moral que se perpetró en esa lucha antisubversiva.
Los casos de violaciones a campesinas, a mujeres de las zonas de
emergencia, la masacre de menores de edad y toda una serie de casos de
indescriptible horror a manos de quienes debían velar por la vida,
seguridad e integridad de la población civil, no debería ocultarse y
dejarse en la oscuridad del tiempo. No nos hace bien, no nos ayuda a
avanzar hacia una etapa de post conflicto, hacia un periodo de
superación de las causas y secuelas de dicho periodo trágico de
nuestra historia reciente.
Pero, peor aún, la sociedad y los medios de información, tampoco han
querido procesar los hechos y han preferido moverse en las neblinas de
de la dualidad moral, de la ambigüedad ética. Mientras de un lado,
hacen gala de una capacidad de indignación y escándalo por la
performance de los grupos subversivos y especialmente de Sendero
Luminoso, grupo terrorista a todas luces, sin embargo, no ejercen esa
misma capacidad de indignación cuando se trata de ver el otro lado del
horror, acaso más o tan doloroso como el anterior.
En consecuencia tenemos una escena claramente patética, en la que un
grupo de ex senderistas pretende acceder al sistema democrático, en el
que los medios de prensa premunidos de prejuicios y estigmas, fustigan
ferozmente esa intención, a la vez que la sociedad en su conjunto no
termina de procesar lo acontecido antes y lo sucediendo hoy.
El sistema, el establishment se reivindica a sí misma como poseedora y
detentora exclusiva de la legitimidad. Pero, puesta las cosas, se
siente insegura, y en lugar de abrir todas las ventanas para airear el
entorno y la atmósfera, prefiere cerrar, muestra inseguridad, se
alarma a niveles de escándalo, y envía un mensaje básicamente
lamentable:
este sistema es legítimo y tiene reglas. pero, por si las dudas,
prefiero incumplir dichas reglas, con el fin de no darles cabida a los
derrotados y los marginados.
Triste y lamentable performance de los representantes del sistema
democrático, y flaco favor que le hacen a la legitimidad del sistema
que tan apasionadamente reivindican y defienden. Esperemos que la
madurez y la razonabilidad se instalen paulatinamente con el tiempo. Y
que la defensa del sistema comporte las formas que su valía moral
imponen.

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