10 de enero de 2011

El Silencio de Bayly

Perú 21.
No importa ya quién comenzó las hostilidades, quién tiene o tenía la razón, quién hizo tal o cual cosa inapropiada. Lo único que importa (y duele) es que ellas ya no están. Y eso, su ausencia, el vacío que han dejado en mí, es triste y doloroso porque sé que yo tengo la culpa de que ellas ya no estén, ya no quieran estar. Tengo el mal presagio de que no van a querer estar un tiempo largo. Tengo que acostumbrarme a vivir sin ellas. No es fácil. Pero nada es fácil. Vivir no es fácil para nadie. Supongo que para ellas tampoco será fácil tener a un padre como yo. Vivir es un oficio arduo, extenuante. Y sin embargo hay que resistir, persistir, sobrevivir. Hay que aguantar a pie firme el mal tiempo, la lluvia inclemente, la tormenta, los truenos y los rayos y el tornado que gira y gira en mi cabeza hasta trastornarme, hay que aguantar la borrasca hasta que escampe y salga el sol. Pero como en Lima no sale el sol, o cuando sale es apenas pálido y grisáceo, tengo que irme cuanto antes porque, una vez más, Lima me está matando, y no quiero apretar el gatillo: mi padre no me lo perdonaría y quiero que el viejo, aunque sea ya tarde, esté orgulloso de mí.

Jaime Bayly.

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