3 de junio de 2011

Abrir o cerrar las Puertas del sistema

Creo que Hildebranth, antes de la primera vuelta, dijo algo así:
"Si PPK gana, el primero en aplaudir será Abimael Guzmán".
Algo que la estolidez limeña no entiende, nunca lo ha entendido, es que determinado estado de cosas, engendran o facilitan la procreación de sentimientos radicales o extremistas. Si Humala entra, más allá del éxito sonante o no que pueda tener, permitirá mostrar que los radicalismos no tienen lugar. Si tiene éxito, será porque habrá asumido una cierta razonabilidad y sentido común en el manejo del aparato económico peruano. Pero si apuesta por la tozudez, y por lo tanto le va mal, entonces quedará claro que esos caminos, estas vocaciones extremistas e irreflexivas, no ofrecen posibilidades de éxito para nadie. Simplemente, habrá vacunado al Perú contra cualquier nueva posibilidad de exremismo o radicalismo.
Sin embargo, si llegara Keiko Fujimori a la presidencia, el radicalismo, los extremismos pueden seguir teniendo lugar. Con una derecha tan necia, o directamente cojuda como la que tenemos, pueden perfectamente llevar hasta el paroxismo, conflictos como los de Bagua, de Puno, etc. Y, de eso, no nos saca ni cuatro Fujimoris. Fujimori el 90, llegó a un virtual burdel de mala muerte que era el Perú, por tanto, cualquiera podía poner orden. Haga lo que se haga, implicaba ordenar.
Hoy, la situación no es esa, es enteramente distinta. Existe mas bien, la idea de que hoy, todos los negocios son posibles. Eso, esa sola noción, puede estupidizar a los grupos de poder económico en el Perú. Y, por extensión, puede retroalimentar conflictos realmente peligrosos para el Perú.
Vistas las cosas desde un cierto ecepticismo, es más fácil que Humala tenga un gobierno más o menos controlable como el de Toledo, a que llegado el fujimorismo, la derecha muestre un rapto de razonabilidad, y permita combatir realmente la pobreza y la corrupción. Recordar que a Toledo, el año 2000, le achacaron casi lo mismo que ahora le achacan a Humala. Que era extremista, que iba a alterar el modelo fujimorista, y toda la prensa hacía filas con el fujimorismo, sin ningún pudor. Luego, se vió claramente que Toledo fue más concesivo y hasta servil con la derecha, que casi casi es hoy un claro exponente de la estabilidad.
Nadie es tan radical en el Perú, sobre todo si su intención es de participar del sistema, como es el caso de Humala. Es obvio que Humala no quiere destruir ningún sistema, quiere más bien, participar de él, ser parte de, formar parte de este sistema. Mal hace la derecha en tratar de cerrarle las puertas. El problema es que si lo logra, si la derecha logra cerrarle la puerta a las posiciones y esperanzas que acompañan a Humala, entonces la voluntad y la actitud, de los que hoy no gozan del sistema, puede no ser ya el de entrar en el sistema, sino, el de tirárselo abajo.
Esa es la tamaña estupidez que puede estar perfectamente cometiendo los grupos conservadores y reaccionarios del país. Y es que son de una estupidez proverbial. Cada vez que el Perú ha tenido históricamente la oportunidad de encaminarse hacia una lógica de desarrollo y verdadero progreso, un puñado, el mismo puñado de vividores de este país, se ha encargado de frustrarlo todo. Desde los consignatarios, con lo del guano, pasando por los criminales del caucho, más recientemente con el pescado y el mar peruano. Hoy, justo cuando el manejo inteligente de la biodiversidad se ofrece como una oportunidad, como una palanca real de desarrollo genuino para el país, son las mineras y las inversiones en hidrocarburos, con el mismo puñado de vividores, los que salen a torcerle el rumbo al país.
En fin, claro, nos queda el consuelo de saber que si no nos ha matado la crisis brutal de los ochenta, o el régimen criminal de Fujimori, ni la barbarie senderista, entonces, ya nada nos va a matar. Pero, ese es un consuelo de miserable, de condenado al todo vale. Y, evidentemente, esa no es la idea, no es eso lo que se desea. Queremos algo más que el: "cómo sea", que el "con las justas". Precisamos saber que nuestros hijos, quienes nos sobrevivirán no tendrán las incertidumbres ni las paranoias que a nosotros nos tocó vivir. Pero con el puñado este de saboteadores de nuestra historia, de esa derecha rancia, de ese grupejo de familias que controlan este país, no tenemos verdaderas esperanzas.

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