11 de diciembre de 2006

ENFOQUES SOBRE LA CONCIENCIA

Frente a diversas formas de acercamiento a la realidad, parece que hubieran algunas que producen mayor sobresalto que otras. Por lo general, la mayoría tiende a vivenciar directa pero vivencialmente las cosas, es decir, se entregan de un modo instintivo y sin reparos. Pienso, por ejemplo, en mi madre, o en algunos amigos que básicamente valoran los hechos, los instantes que les toca experimentar, provistos únicamente de su capacidad para sentir y, eventualmente, para narrar sus percepciones o sensaciones del modo más fiel y emotivo que su memoria y su elocuencia les permite.

Pero, al mismo tiempo puede notarse cómo es que las personas se sobresaltan o, por lo menos, se inquietan cuando alguien pasa un vistazo con la conciencia, como si de una cámara de video, se tratara. Es decir, cuando se les enfoca con la razón. Mostrándose rasgos o detalles que por lo común se asumen como obvios o normales. Por ejemplo, cuando se presencia el gesto de una persona que dice algo respecto de un asunto que también compete a otra persona, en términos que pudiera definirse como expresivo, por lo general la gente se detiene en los énfasis, en los gestos y en todos los signos visibles que formaron parte de lo observado. Así, se suele dar cuenta de elementos y aspectos que concurren en el instante en cuestión.

El punto es que cuando uno proyecta la conciencia y hace que los demás lo sigan en ese trayecto, algunos se siente perturbados y hasta desconfiados que ello sea honesto, o leal. Si uno afirmara, por ejemplo, el señor X no solo trataba de expresar lo señalado por sus palabras, sino además, quiso dar a notar tal y tal cosa; o si se invita a los demás a buscar o, quizá, a leer las intenciones que esconden sus expresiones convencionales, utilizando no la especulación arbitraria que es oficio, más bien, del chismoso, sino de interpretaciones basadas en el llamado "sentido común", recurso que no proviene de la simple intuición y la deducción, como ya lo señalamos líneas arriba, antes bien un conjunto de antecedentes que apuntan en determinado sentido; entonces, el pudor se apodera de la mayoría.

Lo que tratamos de exponer aquí son los temores y la abierta resistencia de la mayoría a desplegar la conciencia como una linterna que ayuda a descubrir zonas y esferas que no suelen estar a la vista de los sentidos. En el terreno de las relaciones personales es normal dejar muchas cosas al amparo de la oscuridad como una forma de proteger las partes más sensibles de nuestro espíritu, viene a ser casi como la necesidad que tiene la mayoría de vestirse. No siempre le es cómodo, a veces hasta les perjudica en algún sentido, pero indefectiblemente siempre sentirán la necesidad de estar vestidos cuando interactúan con alguien, excepto, claro está, cuando se trata de un encuentro íntimo.

El problema, es que muchas de esas cosas que la mayoría prefiere dejar en la oscuridad, en el silencio, terminan saliendo por las vías menos esperadas y, entonces, quiero decir, al salir a luz de ese modo, pueden adquirir una cualidad perniciosa, perjudicial para su propio desarrollo personal.

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