21 de febrero de 2011

Tecnología para la Libertad

Sobre el carácter de la tecnología moderna ... o, postmoderna.
Avaaz.
Ciertos debates sobre la historia de la tecnología han mostrado cómo es que la noción propiamente dicha de tecnología, la tecnología moderna, habría estado, en su origen, íntimamente ligada a criterios estratégicos y de dominación. La tecnología nació, de acuerdo con esta perspectiva, con el defecto genético de su diseño para la guerra, para la dominación, para la destrucción. Los primeros cristales para ver a grandes distancias, fueron concebidos, para la guerra. Los primeros artefactos aerodinámicos, lo fueron, para su uso en las guerras. Incluso ciertos ingenios usados en otros contextos culturales, como la pólvora con sus usos religiosos, en occidente, fueron trocados en armas de destrucción.
La misma noción primigénea de Internet, fue concebida dentro de bases militares, eso fue el proyecto Arpanet. Del mismo modo, los sistemas de telecomunicaciones hoy vigentes, como la telefonía celular, la navegación espacial, la nanotecnología, tienen fuertes componentes estratégicos, bélicos, de dominación, de poder.
Por eso, resulta casi una ironía los llamados que se hacen desde diversos ámbitos, como el de Avaaz, donde se solicita apoyar los movimientos de protestas en el Medio Oriente, mediante el envío de tecnologías de comunicación y conectividad a Internet. Procurándole un uso radicalmente distinto al que viene prescrito en el ADN de la tecnología de la modernidad occidental. Ciertamente el uso, la aplicación de esa tecnología, es un factor que puede redefinir la naturaleza, el carácter de la tecnología que se esté usando. Qué duda cabe.
Sin embargo, talvez, del mismo modo como los ímpetus liberadores y humanitarios pueden y deben ver en la tecnología como un agente posibilitador de sus sueños, convenga poner el mismo ímpetu en el otro sentido. Vale decir, imprimirle a la tecnología un carácter emancipador y liberador de las potencialidades humanas, hasta el punto de modificar su código genético y hacerla consistente con la vida y su ensanchamiento.
Ello exige un debate cada vez más abierto y taxativo acerca del valor y el horizonte de la tecnología actual. El espontaneísmo, puede estar bien para las calles, y para ciertas coyunturas. Pero el espontaneísmo puestos en la agenda de los centros tecnológicos, cuyo combustible es la rentabilidad cruda, pero sin una dirección segura, puede sencillamente incrementar las condiciones actuales de dominación, de restricción, de estrechamiento de las posibilidades humanas.
China quizá se perfile como un laboratorio para probar o considerar estas cuestiones. Una sociedad de gran ímpetu generador de tecnología, hardware por ahora, lastrada sin embargo, por un régimen que constriñe el desarrollo de la democracia y la participación libre de sus ciudadanos.
Venga la tecnología, que la necesitamos. Y junto con eso, devolvámosle el carácter intrusivo. si la tecnología invade cada vez más nuestras vidas, cabe procurar que la vida, invada y penetre cada vez más a la tecnología.

No hay comentarios.: