19 de febrero de 2011

El voto de castigo

Darle y darle hasta que un día, ...
Unicornio.
Así es, así nos toca, cada cinco años estamos puestos en la función, en el papel de emitir un voto, el que sea, uno responsable y preocupado por el futuro de los nuestros, o uno sopenco y francamente cojudo, por el hecho de hacerlo, o por evitar la multa. Lo cierto es que seguimos siendo, seguimos considerándonos votantes, masa de votantes.
Ahora, en plena campaña, donde nuevamente estamos, nos ponen en la silla del cliente, en la del comprador o consumidor cojudo, a quien hay que endulzar, seducir, dorarle la píldora, para, faltaba mas, terminar sacando del bolsillo, ese voto que podría distinguirnos como ciudadanos, pero que regularmente nos certifica como borregos. OK, puedo estar siendo excesivo o injusto con quienes suelen pensárselo mejor a la hora de votar. Vale, concedo eso. Sin embargo, el punto está en que si aún no conseguimos constituirnos en ciudadanos, en verdaderos ejercedores de nuestros derechos y nuestras obligaciones para con la vida pública en la que nos toca vivir, no hay forma de valorar de otro modo, nuestra performance de votantes.
Hace cinco años, hablábamos de la posibilidad y la necesidad de un voto de sansión. Lamentablemente el escenario no ha cambiado mucho, y aún conociendo hoy a gentes como Toledo, éticas como las de los Fujimori, o calidades como las de Castañeda, aún con todo eso, es más que probable que esta vez, volvamos a reinsidir en nuestra renuncia a la condición de ciudadanos.
Reitero lo dicho en este mismo Blo, hace casi cinco años:. La cuestión no está en saber o creer elegir bien. Eso solo es posible sobre la base de un esquema más transparente que el actual. La cuestión está, antes que nada, en establecer ese esquema, constituirlo desde nosotros, desde nuestra condición y rol como ciudadanos. Y el esquema es, dentro o fuera de la actual constitución, un marco en el que el político sabe y tiene bien claro que si ofrece algo y no lo cumple, no dura más de medio periodo. Si un ministro o un gran asesor, tipo Kuczinski, recomienda o implementa algo, se juega sus intereses. ejemplo: Si dice que la minería actual no va a dañar el medio ambiente, y luego se comprueba de que sí ocurre eso, los daños se compensan con parte o todos sus bienes.
Los militares, por su parte, tienen que saber, que si conspiran y alteran el orden democrático, les espera cuando menos, cuarenta años adentro. así, firmado. A ver quién, qué militar, se anima a organizar reuniones y conversas en sus casas, para tramar golpes, o tonteras de esa índole. Pobre alan, podría morirse del aburrimiento. Los asesores, en su caso, tendrían que saber perfectamente, que su trabajo consiste en corrrer la misma suerte que sus asesorados. Si su asesorado se va adentro veinte años, él se va también veinte años.
Un esquema de esa índole, solo es, solo sería posible con la intervención abierta y deliberada de los ciudadanos, los mismos que en abril colocarán a una cantidad importante de decisores de incierta confianza. El voto de castigo, el voto nulo, constituiría un soberano puntapié en el trasero de este esquema actual, taimado y pendenciero.
Sobre el voto en blanco o la simple abstención, consigno aquí una sencilla explicación dada en el Blog de Enrique Dans, que desde España, viene impulsando una dura lucha contra esos decisores, esos políticos que nos hacen la vida a cuadritos. No comparto lo de votar por otro, rescato el análisis sobre el voto en blanco o la actitud de abstención.
Aquí la nota:
Sobre la abstención o el voto en blanco: #nolesvotes no es en modo alguno una campaña pro-abstención. Vuestro voto es vuestro y podéis por supuesto hacer con él lo que queráis. Pero la abstención y los votos en blanco no computan, y por tanto terminan favoreciendo a los partidos mayoritarios. La satisfacción de ver la cara del interventor del partido correspondiente cuando abra tu voto anulado no la vas a tener, y lo que consigues es que le hagan falta menos votos para sentar en un cargo a uno de sus representantes. La recomendación es que se vote a otra opción, a aquella con la que más se sintonice de las que no son PP, PSOE ni CiU. Que vean un ascenso de otras fuerzas, que se reduzca el bipartidismo, que esos partidos hasta ahora minoritarios, al ver la importancia del apoyo de la red, definan claramente las líneas rojas que no se pueden cruzar. El verdadero voto de castigo no es votar en blanco ni abstenerte. Es votar a otro. Pero de nuevo, tu voto es tuyo, haz con él lo que quieras. Sobre el efecto de los votos en blanco, es bueno leer a David Maeztu.
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