2 de febrero de 2011

Ante las Crisis, la primera Reacción es Cerrar el Acceso

Egipto y una lógica que ya se impone.
Infolector -blog.
Frente a la inesperada crisis en Egipto, las autoridades, los agentes del estado, lo primero que han hecho ha sido cortar las vías de comunicación y acceso a las redes sociales. Facebook y Twitter fueron las primeras víctimas del asunto.
Esto no era novedad, desde que China hiciera lo mismo hace más de un año, o en Irán, cuando luego de las elecciones, mucha gente empezó a usar el Twitter como vía de expresión de sus malestares ciudadanos. Uno podría pensar que esto es fundamentalmente reacción de los estados, esos entes envejecidos y temerosos de las corrientes de opinión en tiempo real. Sobre todo, cuando como ahora, en el caso de Egipto, son empresas privadas quienes salen a encarar el tema en favor de los usuarios egipcios.
Sin embargo, no son solo los estados y los espíritus de gendarmería quienes suelen reaccionar de este modo. Luego de lo sucedido con lo de Wikileaks, quedó claro como muchas de esas grandes corporaciones que en teoría apuestan por el acceso y en apariencia dan la batalla por la libertad en el acceso, no lo son tanto, ni lo dan tanto. Recordemos como es que empresas como amazon, google, e incluso la propia Apple, -pobre Jobs que aún trata conservar ese look de ippie-, se alinearon groseramente con el Departamento de Estado, cepillándose de pasada, toda ristra de libertad o compromiso con sus propios fines.
Algo que queda claro, es que ante las crisis, la respuesta no suele ser la apertura o el riesgo, sino, la conservación y la cerrazón más arbitrarias. Probablemente una lectura más detenida y fina de los fenómenos nacionalistas y fundamentalistas, contiene este rasgo. Ante las crisis provocadas por la globalización, o lo que conocemos por globalización, la respuesta ha sido refugiarse en esos elementos cohesivos más atábicos y conservadores como son la identidad o la sensación de pertenencia.
Y cuidado que toda esa protesta en Egipto y el Magrev, no es contra ningún fundamentalismo, sino contra los sectores laicos lastrados por la corrupción. Por lo que nada excluye que las corrientes más enérgicas quieran apostar por regímenes acaso más autoritarios pero menos corruptos, como ocurriera con los ayatholas de Irán.
Las crisis por sí mismas, no garantizan procesos de apertura. Es indispensable abandonar los espontaneísmos y migrar hacia esfuerzos deliberadamente concebidos.

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