Claro.Uno podría pensar que la gente, y lo mismo da para las empresas, aprenden de sus errores, o de los errores ajenos. Parece que no. La misma causa que hizo que mucha gente detestara o detestemos el servicio de Telefónica, cuando era Telefónica, ahora tiene otro nombre, parece estar calando en la cultura empresarial del conglomerado del mexicano Carlos Slim.
Para cobrarte, cuando se te ocurre la imprudente idea de retrasarte en algún pago, o para clavarte promociones nimias, te llaman como periodista a estrella de cine, o candidato presidencial en alza.
Pero, para atender algún pedido, o solicitud de cambio de plan, te clavan una recatafila de obstáculos y vallas, para efectivizarlo. Te tratan casi como a migrante tercermundista en sociedad intolerante.
Lo peor de todo, la insufrible cancionsita de espera, que suena más a tortura en Guantánamo que a jingle comercial.
Con el mercado, la lógica nos somete a la tecitura de desear otra alternativa, otra, alguna otra empresa, que llegue y lo haga peor que la anterior. ahora toca desear que llegue, no sé, talvez, una empresa como ChinaTel, un conglomerado de las telecomunicaciones del Partido Comunista de china, sí, así es, de la china de Mao, de Lin Piao, de Chao chi, que venga decía, para entrar ofreciendo planes locazos, como dirían los jóvenes, de paso matando a Telefónica, y a este Claro de los cojones.
Claro, por supuesto, para dentro de unos años, salirnos, esta ChinaTel de turno, con vainas del calibre con que hoy nos sale la bendita América Móvil Perú S.A.C., y cantarnos el insufrible sonsonete de:
Yo soy Claro, soy único, yo soy así.
Hay, soy señal de esperanza, ...
Desafortunadamente no eres único. Maldito PRI, que dejaste que Slim creciera, como la mañana.
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